Una alumna (ya en cuarentena, desde un zoom) me preguntó: “¿Cómo podemos hacer para tener ganas de ir a la escuela?”, refiriéndose a la escuela presencial, pero entiendo que también a la virtual. La conversación ocurría en el marco de un proyecto que se llama: “Diseño mi escuela”. Su pregunta disparó la aparición de un concepto clave hoy: “la motivación”. “¡Ésa es la palabra que no me salía!”, me contestó otro alumno de la clase. Difícil en este contexto del segundo año de pandemia…
La Real Academia Española define la palabra “motivación” como: “acción y efecto de motivar”, “conjunto de factores internos y externos que determinan en parte las acciones de una persona”. El problema se plantea porque se nota cada vez más la fatiga de los alumnos frente a demasiadas clases expositivas de algunos profesores, las entregas de trabajos tardías o la falta de entregas, las distracciones fáciles, y, con la virtualidad, la famosa “zoomfobia”: las cámaras apagadas o la ausencia definitiva del alumno en el curso. La tensión se produce cuando el profesor tiene como objetivo la participación activa y el cumplimiento de todas las tareas, por supuesto. Dicho de otro modo, esa controversia entre el “curriculum oficial o planificado y el curriculum recibido, que es la experiencia real de los estudiantes” (Kelly, 2009). Esta situación nos hace pensar en cómo aproximarnos a lograr un aprendizaje valioso en nuestros estudiantes.
Me gustaría abordar el problema desde la perspectiva del profesor, ya que, pienso que es desde este rol central de profesionales de la educación, de donde podemos encarar acciones que pueden cambiar la vida diaria tanto del docente como del alumno. Es imprescindible que los profesionales de la educación tengamos en cuenta la necesidad de la motivación. Esta perspectiva tiene claras limitaciones en lo que concierne al problema de las “ganas de asistir a clase”. Hay un “conjunto de factores internos y externos” que van a producir la motivación o el desgano, la atención o la ausencia y el aburrimiento…
Hay ciertos conceptos que para los alumnos pueden sonar tediosos como: “Sistema educativo”, “pedagogía”, “educación”. Todas estas palabras se originan en la necesidad de “ordenar”, “homogeneizar” a una población obediente a un orden social y político. El desarrollo de la escuela como agente de poder data desde el inicio de la modernidad, en el siglo XVI. Este proceso se acelera en el siglo XVIII y XIX, donde el campo pedagógico empieza a ejercer “gubernamentabilidad” sobre la sociedad. Este sistema estaba centrado en el profesor, no en el alumno, por lo tanto no buscaba su interés ni motivación.
El paso del siglo XIX al XX dio a la escuela el espacio pedagógico por excelencia. Fue la forma educativa hegemónica en todo el globo (Pineau y Dussel, 2001). Subsiste aún bajo un método enciclopedista, dividido por diferentes ciencias. Se basa en un método simultáneo y gradual. Cada grupo sigue un programa en cada asignatura, por lo tanto, semana a semana debemos ir “avanzando” para cumplir con todos los temas. Como profesora de Historia, soy testigo y parte de esa obligación de “cubrir” ese recorte cronológico que toca según el curso. Tanta rigidez desde ya no ha contribuido a la motivación de los alumnos. Lejos de ello, ha necesitado de mecanismos de disciplina. Las paredes de los edificios que albergan a la comunidad educativa, herederos de los monasterios; rígidas reglas de conducta, hasta castigos, que luego fueron prohibidos, pero que han formado cuerpos y mentes sumisos a la autoridad. “Me cansa estar tantas horas encerrada” reclamaba una alumna en esa clase.
Aquí la propuesta consiste en:
En primer lugar en ampliar nuestra mirada sobre el sistema educativo y sobre nuestro trabajo docente. El saberse parte de un sistema activo, debe movilizarnos a estar informados y atentos a la formación constante, a las nuevas pedagogías, a las experiencias de innovación y a comunicarnos con otros…
Una maestra sostenía: “en la diversidad está el gusto”.
Diferentes estrategias de enseñanza ayudan a disfrutar de la tarea diaria. No me refiero sólo a algunas que están tan en boga como el aprendizaje por proyectos o problemas, sino también a la incorporación al aula de varios aprendizajes que suceden fuera de la escuela. Instagram, You tube, Tik-tok, el uso de podcasts, es decir redes que hoy son máquinas de producir conocimiento, tal vez no cronológico ni ordenado, pero sí rápido, eficaz y adictivo. Recuerdo una clase de Historia sobre la conquista de América, donde les pasé a mis alumnos un trap mix tipo reggaeton, “Te coloniso”. No se la olvidan nunca. El aprendizaje tomó un lugar distinto, se metió por las manos, por el corazón y por la cabeza de la gente, ya no de “alumnos” solamente. “There is a lot of learning outside schools” (hay mucho aprendizaje fuera de las escuelas), dicen City, Elmore y Lynch. Con lo cual, entendemos que la escuela pasa a ser un espacio, entre muchos otros, donde se aprende verdaderamente.
Por último, la evaluación de ciertas competencias ayudan a crear expectativas en los alumnos sobre sus feedbacks o devoluciones. Los alumnos sienten que pueden mejorar y esperan la reacción de sus compañeros y de sus maestros frente a sus producciones. Podemos elegir algún o algunos criterios de evaluación basados en la colaboración en los trabajos grupales o en la comunicación en sus trabajos escritos y orales; el pensamiento crítico en escritura de ensayos con diferentes argumentos o en debates orales…, la ciudadanía que podemos poner en práctica en proyectos conectados con la realidad, el carácter si los estudiantes demuestran su capacidad de resiliencia. Finalmente, la creatividad es la salvación de los niños en tiempos de pandemia, a través del arte, la música, los juegos y el animarse a arriesgar y llegar al límite de la innovación.
Al salir, mis alumnos me dijeron: “¡Gracias, muy buena clase!”. Ésa es mi mayor motivación.
Artículo escrito por: Mercedes Vergara
En redes: @mechivergara en Instagram @mvergara70 en Twitter Mercedes Vergara en Facebook
El día 3 de diciembre se celebró el día de las personas con Dis-capacidad y es en diciembre cuando los maestros estamos de lleno en el proceso de evaluación. Es éste uno de los momentos donde se puede marcar la diferencia entre ser un aula inclusiva o no, porque… ¿de qué nos sirve tener un montón de estrategias y metodologías molonas en nuestra aula, si luego evaluamos de manera tradicional y poco inclusiva?
Un ejemplo claro sería haber hecho un súper proyecto de matemáticas, donde los niños han aprendido el tema de geometría fenomenal, además han investigado, lo han enlazado con otras asignaturas, cada uno ha aportado desde su propias capacidades…, pero para terminar, ponemos un examen escrito. El proyecto y su seguimiento sería suficiente para poder evaluar las competencias de nuestro alumnado y los contenidos que han aprendido.
Nos seguimos centrando en el examen porque creemos que es la única forma de demostrar lo que han aprendido, pero nada más lejos de la realidad.
Hay muchísimas formas de evaluar más allá del control escrito. Cuanto más diversificada sea nuestra evaluación, más inclusiva será.
Pero ¿qué otras formas de evaluar podemos llevar a cabo?
Portafolio del alumno/a. Nos permite hacer un seguimiento del proceso de aprendizaje. Está vivo, ya que es de ida y vuelta y el alumno pude ir corrigiendo y modificando dentro de unas fechas señaladas. Ayuda a la autoevaluación y a la planificación.
Rúbricas. Cada vez se usan más y es una gran herramienta ya que evalúa más allá del contenido, determinando los distintos niveles de “calidad” de un proyecto, aprendizaje. El alumnado debe conocer la rúbrica con la cual va a ser evaluado, así tendrá un feedback de su aprendizaje.
Dianas de autoevaluación: Son perfectas para que el alumnado sea consciente de sus propios progresos.
Exámenes cooperativos: Dentro de las técnicas cooperativas, es una forma muy interesante de evaluar, ya que el grupo tendrá que resolver la prueba como equipo.
Si estas técnicas nos da vértigo, pensemos que si vamos a hacer una prueba escrita, no tiene que ser la misma para toda la clase. En un aula pude haber diferentes modelos de examen escrito, atendiendo a la diversidad de nuestra aula, y esto no es para que todos “aprueben” como a veces escuchamos los maestros de PT, sino para que todos y todas tengan acceso a una evaluación justa y acorde a sus necesidades.
¿Qué es el día 3 de diciembre? ¿A qué nos referimos con Diversidad Funcional? ¿Cómo abordar este tema en las aulas?
Hace 28 años (1992), la Asamblea General de las Naciones Unidas propuso la fecha 3 de diciembre como el Día Internacional de las personas con Discapacidad o Di(*)Capacidad, como últimamente se viene llamando al movimiento para visibilizar las diferentes capacidades de las personas, independientemente de su condición de vida.
Uno de los objetivos que ha perseguido este día a lo largo de los años, ha sido el de hacer visibles y tangibles las fortalezas de las personas con Diversidad Funcional, así como promover su bienestar y calidad de vida garantizando el cumplimiento de los derechos fundamentales.
Como cada año, el día 3 de diciembre va acompañado de un lema que pone en contexto la campaña y las metas a alcanzar. Teniendo en cuenta la situación que a lo largo del 2020 hemos vivido y las consecuencias que ello ha tenido en las personas con Diversidad Funcional y su entorno, el tema de este año es “Construir mejor: hacia un mundo post Covid-19 inclusivo, accesible y sostenible por, para y con las personas con discapacidad”.
32 cortos para trabajar el respeto, la normalización y la inclusión de la Diversidad Funcional en las aulas.
En esa creación de una sociedad, escuela y aulas inclusivas, accesibles y sostenibles, hoy os queremos compartir una recopilación de 32 cortos con los que poder trabajar el respeto, la visibilidad y la normalización de las diferencias.
¿Queréis un adelanto de lo que encontraréis en nuestro tablero Symbaloo?
Cortos sobre la autoaceptación de las diversas capacidades, como El Regalo o La oveja esquilada.
Cortos de superación, como Las jirafas no saben bailar.
Cortos sobre diversidad auditiva, como Tamara.
Cortos sobre diversidad visual, como Los colores de las flores o Conociendo el mundo con otro sentido.
Cortos sobre Trastornos del Espectro del Autismo, como Academia de especialistas.
Cortos sobre Parálisis Cerebral, como Cuerdas.
Cortos sobre la concienciación del alumnado respecto a la Diversidad Funcional, como Ian o El erizo.
Y este listado es tan sólo una pequeña selección de lo que os hemos preparado. Haz clic en la imagen y accede a nuestro tablero Symbaloo para poder disfrutar de todo el recopilatorio de cortos inclusivos.
La concienciación al alumnado y la visibilidad de las diferentes capacidades son un pilar fundamental en el camino de la inclusión.
POR QUÉ EMPEZAR UNA CLASE DE MÚSICA CON RELAJACIÓN
PROFE: “¿Alguno de vosotros tiene tablet, móvil u ordenador?
ALUMNOS: “Yo sí”, “Yo también”, “Siiiiii”…
PROFE: “¿Y qué pasa si dejamos estos dispositivos encendidos siempre?, ¿o los apagamos de manera incorrecta?
ALUMNOS: “Que se quedan sin batería”, “Que se ponen muy calientes”, “Que se cansan mucho”…
PROFE: “¡Exacto!, si desconectamos sin esperar a que finalice el proceso de apagado, podemos perder datos, dañar archivos…o si siempre lo dejamos encendido, no se puede reiniciar. Pues eso mismo le ocurre a nuestro cerebro. De vez en cuando necesitamos apagarlo, reiniciarlo, para que funcione a pleno rendimiento y podamos empezar la clase con energía, alegría e ilusión”.
De esta manera se puede explicar a nuestros alumnos por qué es necesario reiniciar, calmar, desestresar y, ¿por qué no?, limpiar nuestro cerebro antes de empezar nuestra clase de Música.
Es verdad que a priori esta práctica puede suscitar alguna que otra reticencia:
“Ya la clase de Música se me queda demasiado corta, solo una hora a la semana, y encima ahora tengo que dedicar más tiempo a la relajación”.
“Eso no me va a funcionar con los alumnos de cursos superiores, se van a reír, no se lo van a tomar en serio”.
“Algunos alumnos no van a querer ni siquiera cerrar los ojos por el sentido al ridículo”.
Nada más lejos de la realidad. No solo respetan ese momento al inicio de cada clase, sino que a medida que lo van incorporando a su día a día, lo convierten en un hábito, lo interiorizan, llegando incluso a demandarlo. En algunas clases, son los propios alumnos los que me esperan ya en posición de relajación. Esto permite un mayor aprovechamiento del tiempo e incrementa la calidad del mismo.
He podido comprobar que gracias a esos minutos iníciales de relajación, el rendimiento de la clase mejora sustancialmente. En muchas ocasiones nos encontramos con alumnos cansados y mentes saturadas que producen un rendimiento académico mínimo y una creatividad prácticamente nula. ¿Qué hacemos en una clase de Música sin el ingrediente estrella, la creatividad?
Para que esos primeros minutos de clase sean especiales, es necesario variar la relajación. Es cierto que yo sigo unas rutinas, recordándoles que pueden beber agua (de forma calmada y sin prisa), introduciendo la música que nos va a acompañar en el viaje: música clásica, sonidos de la naturaleza, música relajante para meditar, música lounge, chill out, etc. Y así, poco a poco, vamos adoptando la posición para poder relajarnos, posando la cabeza sobre las manos y cerrando los ojos.
Ahora llega el momento de la respiración, la diafragmática, nuestra gran aliada. Es importante que experimenten el poder de la respiración a la hora de calmar y bajar la intensidad de nuestras emociones. No dudes en probar la respiración cuadrada, explicándoles que proviene del cuerpo de marines norteamericanos y que la usaban en momentos de gran estrés en la batalla para mantener la calma. ¡Les encanta! También triunfa la que alterna las fosas nasales, fundamental para conservar la concentración.
Y sin casi darnos cuenta, dejamos volar nuestra imaginación, acompañándoles en un viaje que nos lleva al mar o a un paisaje sin igual. Otro día la protagonista es la relajación muscular progresiva de Jacobson o una simple mariposa mágica que va posándose y relajando cada parte del cuerpo.
Por último, volvemos a ser conscientes del aquí y el ahora, estirándonos como gatitos e intentando tocar el techo con nuestras manos.
Son solo unos minutos, pero favorece enormemente el clima del aula, desarrolla las competencias emocionales de los alumnos, mejora el rendimiento académico y además aprenderán a regalarse momentos, a quererse y a respetarse a ellos mismos y, por ende, a los demás.
¿Te unes a los que ya pulsamos F5 cada día al empezar la clase de Música?
Cuando a alguien se le ofrece la oportunidad de contribuir en un campo que no domina, rápidamente las emociones le inundan, tanto para bien, como para mal. Muchas personas incluidas yo, seguro que hemos rechazado oportunidades y aprovechado otras.
En esta ocasión, tengo el privilegio de comenzar “La semana de la música” en este blog de la asociación a la que pertenezco desde hace poco más de un año y de la que tan agradecido estoy, por rodearme de personas tan entusiastas, emprendedoras, motivadoras y expertas, cada una en su parcela. Algo de lo que, sin duda, me contagia y enriquece.
Como iba diciendo, yo, maestro con título, pero aun sin aula o como habitualmente digo, #MaestroSinPizarra, soy un apasionado de la NATURALEZA, del SENDERISMO y de la EDUCACIÓN en mayúsculas, pero mi rama es la educación física, por lo que la especialidad y el mundo de la música, se me queda muy lejano, siendo un simple observador o consumidor de la misma.
Os podréis preguntar entonces… ¿qué puedo yo aportar a esta semana dedicada a la música? Y volviendo al inicio, cuando se me ofreció la oportunidad de contribuir en un campo que no domino, las emociones me inundaron y pensé, que la naturaleza está desbordada de música y que, de alguna manera, tenía que compartir esa idea e intentar transmitirla a quien le interese.
Pongo en sobre aviso al lector que en esta entrada no encontrará información musical profesional, ni hablaremos de acordes o músicos expertos. No ofreceré, al menos en la mayoría del presente artículo, un exceso de información “googleable”, ni detalles musicales técnicos. No obstante, sí intentaré daros información curiosa que os haga pensar en la naturaleza e incluso buscar e indagar por vuestra propia cuenta. Os mostraré, desde mi experiencia, la complejidad que ofrece la naturaleza en referencia al tema que se nos presenta esta semana, la música.
Así que te invito, querido lector o lectora, a seguir deslizando la mirada a través de las letras de tu ordenador, tableta o teléfono móvil y llevar a tu mente lo que un humilde maestro de educación física ha escrito para ti.
ORIGEN
A tan sólo un clic, uno puede bucear por un mar de datos y encontrar una ingente información en torno a la música, descubrir los orígenes confusos de las primeras representaciones, así como su evolución a lo largo de la historia. Con tan solo poner “origen de la música” (entre comillas) en el buscador más conocido por todos nosotros, se le abrirá la oportunidad de disponer de más de doce millones y medio de resultados en los que encontrar información. Ésta podrá ser o no de fiar, por lo que le toca a quien navegue por este océano de información, contrastar y confirmar las fuentes a las que recurra.
Por tanto, en base al origen de la música, solo puedo deciros una certeza, sólo puedo arriesgarme a transmitiros algo, y ese algo es que no hay, aún hoy, conocimiento exacto del origen de la música.
Como podéis leer, yo no quiero bombardearos con información que vosotros mismos podéis buscar, sino que quiero transmitiros, en base a mi experiencia, dónde está esa música.
Quizá debamos antes conocer la definición de “música”. Según la RAE y entre todas sus acepciones, hablamos de música cuando se combinan tres elementos, como son la melodía, el ritmo y la armonía. Pues bien, cuando esos elementos consiguen recrear (o estimular) a nuestros oídos, haciendo que nuestro sistema límbico genere respuestas emocionales y transmitiendo esta reacción química por nuestro cerebro para interpretarla y así generar una respuesta psicofísica, es decir, por un lado, un sentimiento y por otro un escalofrío, una sudoración, una sonrisa e incluso un movimiento aún más complejo, es cuando podemos afirmar que hablamos de música.
De ahí que sea tan difícil, por no decir imposible, saber cuándo comenzó para nosotros el concepto de “música”. porque no sabemos con exactitud cuándo los estímulos de melodía, ritmo y armonía, presentes en la naturaleza, formaron parte de la conciencia del homo sapiens sapiens o si lo hizo antes con nuestros predecesores.
Lo que sí tenemos como certeza es que la música siempre ha estado presente en la naturaleza. Ha estado presente porque en ella encontramos una sucesión de sonidos que, por su manera de combinarse, resulta musical. Pero, además, desde que está presente la naturaleza en nuestro planeta, existe un orden acompasado en la sucesión o acaecimiento de las cosas y finalmente, la música está presente en la naturaleza gracias a la proporción y correspondencia de unas cosas con otras en el conjunto que la componen, así comogracias a la unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes, que en ella se dan.
Como habréis podido apreciar, en cursiva tenéis las definiciones de los tres elementos que se combinan en el concepto de música y que, de alguna manera, están inmersos en el de naturaleza.
EVOLUCIÓN
Nuevamente nos encontramos con un tema complejo del que podemos encontrar más de diez millones de resultados a un solo clic. Pero quizá, lo más importante a este respecto, es saber que, en algún momento de nuestra historia dimos un salto evolutivo y comenzamos a tomar consciencia de la música existente en la naturaleza, incorporándola a diferentes partes de nuestro cerebro y utilizándola a nuestro favor gracias a la nueva capacidad adquirida,la creatividad. Comenzamos a imitarla, a reproducirla y modificarla a nuestro antojo, haciendo que ésta, fuese un componente social con un poder indescriptible. En definitiva, como describe Yuval Noah Harari en su magnífica obra “Sapiens”, la aparición de nuevas maneras de pensar y comunicarse, hace entre 70.000 y 30.000 años, constituye toda una revolución cognitiva. (…) lo que permitió pensar de manera sin precedentes y comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo.
A partir de ese momento o quizá mucho antes, comenzamos a utilizar la melodía, el ritmo y la armonía a nuestro antojo como elemento de comunicación y transmisión de conocimiento, convirtiéndose así en la expresión artística más antigua que se conozca de la humanidad.
Os invito a disfrutar de este vídeo cómico, de una de las secuencias más inolvidables de la película “El cavernícola” dirigida por Ringo Starr y con la que se resume, de una manera magistral, esta pequeña parte de nuestro salto evolutivo.
REENCUENTRO
Es impresionante cómo hemos llegado a utilizar y dominar el concepto “música” a lo largo de nuestra breve historia. Como hemos sido capaces de componer obras maestras de una complejidad impresionantes (https://www.youtube.com/watch?v=gkDbAWKkeX4) y a la vez, hacer creaciones musicales de una simpleza sorprendente que se nos queda grabado en el subconsciente y nos taladra cuando menos nos lo esperamos (https://www.youtube.com/watch?v=XqZsoesa55w&list=RDWdQ-alL8S7k&index=3).
La pregunta que a mí me ronda es, si seríamos capaces de dejar de mirarnos a nosotros mismos para volver la mirada o, mejor dicho, el oído, hacia la naturaleza, con el objetivo de no olvidar de dónde procede todo lo que hemos adquirido.
Y es que nos enfrentamos a un gran desafío, el de no descolgarnos o desvincularnos de la naturaleza como especie. Nos enfrentamos a una enfermedad que no es silenciosa, ni mucho menos y que hace que la especie humana, adquiera una hipoacusia ante los sonidos de la naturaleza.
Pedro Baños, militar y autor de obras tan impactantes como “El dominio mental” afirma que las sociedades cada vez están más narcotizadas, más adormecidas, siendo incapaces de tomar decisiones o tomándolas de forma inconsciente, pero dirigidos por la influencia del entretenimiento fácil. Todo ello merma nuestra capacidad para escuchar, para volver a nuestros orígenes, para volver a sentir la melodía, el ritmo y la armonía presentes en la naturaleza. Nos sumergimos en “un mundo feliz”, como el descrito en la gran novela de Aldous Huxley, donde habiendo ganado muchas cosas, hemos sacrificado o perdido otras. Ganamos en entretenimiento virtual, en la visualización y composición de obras musicales, pero… ¿a cambio de qué? ¿Sabemos disfrutar del sonido del viento en un bosque y de la composición musical que nuestras pisadas generan al caminar sobre las hojas secas bajo nuestros pies? ¿somos capaces de disfrutar del amanecer en silencio, escuchando como, en cuanto la luz del sol irradia el cielo, comienzan los cantos de los pájaros, como si de un espectáculo musical de inmensas proporciones se tratase? ¿Somos capaces de diferenciar, distinguir y discriminar los diferentes sonidos a los que nos exponemos cuando nos sentamos en una piedra y miramos al horizonte?…
Hay que hacer un esfuerzo por vincularnos de nuevo con la naturaleza, por redescubrir los sonidos y la música que en ella se encuentran. Porque si somos capaces de mantenernos unidos a ella, disfrutaremos y comprenderemos aún más, la música que nosotros mismos crearemos. Al fin y al cabo, todo lo creado por el ser humano, es una representación, una recreación, una copia de lo ya existente en ella.
MI EXPERIENCIA
Yo he tenido la enorme suerte de trabajar de guía en actividades de senderismo (y espero seguir teniéndola), ofreciéndome la oportunidad de poder acercarme cada fin de semana a la naturaleza, evadirme del entretenimiento fácil y caminar en busca de un objetivo visual o auditivo.
Cuando uno camina, cuando se esfuerza sin darse cuenta hacia el logro de una meta y ésta es una simple mirada al horizonte, o el estruendoso sonido de una impresionante cascada, se da cuenta de la imperiosa necesidad de volver a conectar. A nivel cerebral, la satisfacción de una recompensa como puede ser ir a un centro comercial y comprar un determinado artículo y otra, caminar doce kilómetros hasta un pequeño bosque de robles, es la misma, un chute de dopamina, pero el tiempo, el modo y la recompensa no son las mismas.
El agresivo sonido de una ciudad llena de coches y personas hablando en tonos desacordes, no tiene nada que ver con una dehesa extremeña, con un valle entre montañas ni con una senda junto a un río.
Cada entorno natural, dispone de una música diferente nada fácil de oír, una mezcla de sonidos, un caos de elementos sonoros que es necesario y que, nuestro cerebro, es capaz de asimilar; eligiendo, filtrando, obviando, eliminando o seleccionado a placer (o por nuestra programación genética y aprendizaje). Necesitamos del caos que nos ofrece la naturaleza, hoy más que nunca, pues somos capaces de encontrar la melodía, el ritmo y la armonía entre ese caos.
Sé que todo esto que acabo de escribir, es difícil de entender, sobre todo para quien no lo haya vivido. Lope de Vega, en su poema “Esto es amor” dice:
“Quien lo probó, lo sabe”
Y por ello, para ayudaros a entenderlo, me gustaría mostraros o justificar por qué necesitamos el caos existente en la naturaleza.
En mi bagaje entre congreso y congreso de educación, tuve la suerte de escuchar a Jaime Buhigas Tallón, hablando del orden y el caos, así como de la dicotomía filosófica de apolíneo y dionisíaco. En la gran ponencia en la que incluyó un piano, Jaime nos habló de la importancia de valorar el caos como un elemento positivo e imprescindible si queremos mantener el orden y la coherencia. Y es que nuestro cerebro en conexión con los sonidos de la naturaleza es capaz de ordenar o seleccionar la ingente cantidad de ruido, de estímulos, haciendo que el caos sonoro convierta lo aleatorio en algo organizado, predecible, estable, donde sentirse cómodo e incluso en el que valorar la belleza. El caos, por tanto, como dice Jaime Buhigas, no es malo, simplemente no es bello. Es nuestra mente, cuando se siente segura, cuando ha adquirido experiencia y convivido con los elementos sonoros, cuando considera el caos acústico existente en la naturaleza o las imágenes, como un elemento de inconmensurable belleza.
Charla de Jaime Buhigas en ENAP 2015
Mi experiencia a lo largo de tantas excursiones con grupos, me ha permitido hoy en día, ser capaz de ver belleza en la multitud de sonido a los que he estado expuesto. Es cierto que nunca he ahondado en ellos, especializándome o adquiriendo una competencia concreta, pues tengo grandes compañeros y compañeras de trabajo, por ejemplo, que son capaces de discriminar el canto de un pájaro y nombrar o saber la especie que están oyendo.
Poder cerrar los ojos y escuchar el soplo del viento meciendo las hojas de un chopo, oír el crujir de las hojas secas del otoño o el de la nieve al compactarla con nuestros pasos, oír el sonido de los animales desconocidos rompiendo el silencio de la forma más elegante posible, oír el recorrer y caer del agua de un río desde su nacimiento y en el transcurso de su juventud… todos esos sonidos que mi oído capta y transforma en señales electroquímicas para que mi cerebro lo interprete y responda, está colmado de belleza. He sido capaz de reorganizar el caos existente fuera de mi e interiorizarlo como una bella sinfonía.
La naturaleza tiene mucho que ofrecernos y eso que, a veces, pensamos que ya está todo inventado. En ocasiones, tengo la sensación de que el ser humano quiere huir, independizarse y despegarse de la madre naturaleza, como si de un adolescente queriendo huir de sus padres se tratase. Deseamos ser autosuficientes, no depender de ella y por ello inventamos nuestra propia música, al igual que queremos obtener nuestros propios recursos. Pero estoy convencido que, como en la vida misma, llegará un momento en el que ese adolescente madurará y volverá al vínculo materno en busca del amor de madre, en busca de un abrazo bajo la excusa de un “tupper”. Creceremos y nos haremos adultos, dándonos cuenta de que, aunque queremos ser libres e independientes, también querremos estar presentes y acompañados por nuestros padres y entonces, juntos, diseñaremos la mejor obra musical jamás oída.
LA MÚSICA DE LA NATURALEZA
Richard Louv, padre fundador de lo que hoy se investiga como Trastorno por Déficit de Naturaleza y que no es otra cosa que una puesta de cartas sobre la mesa de los beneficios que supondría mantener un contacto con un entorno natural, es autor de la obra “Vitamina N”, título muy sugerente que nos invita a adquirirla saliendo a caminar por entornos naturales y para lo cual nos ofrece una serie de propuestas.
Eso, querido lector querría hacer yo ahora contigo. Me gustaría invitarte a salir a un entorno lleno de sonidos, a un lugar donde el ruido es mucho menos molesto que el de la ciudad y donde tu mente, podrá respirar, descansar y conectar de nuevo con la realidad a la que está acostumbrado. Porque no olvidemos que la composición genética de nuestras mentes está más acostumbrada a la naturaleza, con la que ha convivido durante cientos de miles de años que, a las ciudades modernas, las cuales apenas llevan unos cientos de años.
Me gustaría que te atrevieras a dar un pasito más, querría invitarte a navegar, por última vez, entre las líneas que se desarrollan en este blog y descubrir sonidos imperceptibles que están presentes en la naturaleza y que gracias a nuestra capacidad creativa empezamos a conocer. El inicio de una bonita canción que quizá nos lleve a alcanzar un nuevo conocimiento y a entender quela música y la naturaleza, son una asignatura principal de nuestra vida.
Seguramente a estas alturas ya sepas o intuyas que la naturaleza habla constantemente, sea por encima o bajo tierra, ésta utiliza sonidos, olores, señales y vibraciones. Son redes conectadas con todo ser viviente, incluido nosotros, el ser humano.
Esta afirmación que acabo de realizar es una idea que no suele convencer, pues eso de que podamos percibir y entenderlas interacciones de la naturaleza se topa con cierto escepticismo por parte del ciudadano medio, pero la ciencia lo tiene claro.
Suzanne Simard es ecologista forestalcuyas investigaciones se han centrado en cómo ciertos organismos que viven en el suelo, especialmente los hongos, ayudan a los árboles. Ha demostrado que algunos hongos viven dentro y entre las raíces de los árboles formando micorrizas (literalmente “raíces de hongos”). Éstos ayudan a los árboles a adquirir nutrientes y agua del suelo a cambio de carbono, pero sus investigaciones han ido más allá, descubriendo y demostrando, ya desde 1997 y junto a un elenco equipo de investigadores, que los árboles están conectados entre sí a través de una red subterránea de hongos micorrícicos.
Para entenderlo mejor, mientras que nosotros tenemos internet (www), ellos tienen una red micelial “www” de los bosques (Wood Wide Web, expresión acuñada por el botánico David Read).
Parece pura fantasía, pero hoy, el ser humano puede afirmar que esta red permite a los árboles comunicarse entre ellos, aparentemente transfiriendose carbono, nutrientes y agua entre sí, pero esa comunicación va mucho más allá.
¿Habéis visto Avatar? Pues seguro que cuando leáis lo siguiente os suene. Simard en sus investigaciones en referencia a esta vía de comunicación ayudó a describir algo llamado árbol central, o “Árbol Madre”, que son, nada más y nada menos, que los árboles más grandes en los bosques que actúan como centros neuronales. Apoyan a los árboles o plántulas más jóvenes al infectarlos con hongos y transportarles los nutrientes que necesitan para crecer.
Quizá descubramos algún día que, entre esa comunicación, existe todo un lenguaje, incluido el musical. Quizá descubramos que los bosques cantan y componen música también para entretenerse o disfrutar de los acontecimientos que les rodean.
¡Espera, quizá ya lo hayamos descubierto!, ¿no te lo crees?
David George Haskell es biólogo, escritor y profesor de biología estadounidense, aunque nació en Gran Bretaña. Ha escrito artículos de opinión, ensayos, poemas, artículos científicos y libros tan recomendables como: “En un metro de bosque”, en el que durante el transcurso de un año estuvo examinando un único metro cuadrado de un bosque de Sewanee, en Tennessee y cuyas observaciones, le supusieron ser finalista del premio Pulitzer de 2013 y “Las canciones de los árboles”, ideal para esta semana de la música. Un libro que trata, de las conexiones con las redes biológicas que rodean a los árboles y los sonidos que surgen de estas interacciones.
Pues bien, lo que David G. Haskell nos muestra, no deja de ser una pequeña orientación de lo que se está descubriendo de la naturaleza.
Todo un equipo de investigadores, dirigidos por Itzhak Khait, de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, nos confirmaron, hace apenas unos meses, el año pasado, que el reino vegetal, las plantas, emiten ultrasonidos cuando desarrollan ciertas acciones.
Hemos empezado a entender parte del lenguaje del reino vegetal. Se ha demostrado cómo, gracias a la red micelial y a los ultrasonidos que emiten las plantas y árboles, se comunican y se defienden de parásitos, haciendo que la composición química de sus hojas se vuelva más amarga o dulce según su interés. Se ha demostrado como ciertas especies, aves e insectos que si oyen los ultrasonidos emitidos por las plantas y los árboles, acuden a éstos cuando son llamados. Se ha demostrado como “gritan” cuando son podados. Se ha demostrado como, entre especies arbóreas, no solo compiten, sino que también colaboran. Se ha demostrado como, árboles que en teoría deberían haber muerto, porque no tienen posibilidad de realizar la fotosíntesis, sobreviven año tras año gracias a la colaboración y ayuda de sus congéneres e incluso de otras especies y reinos. Se ha demostrado cómo los árboles madre ayudan a sus retoños y a los de los demás, transfiriendo información y alimento… Se ha demostrado y se demostrará, pues no me cabe ninguna duda, que la música está presente en la naturaleza y que sólo nos hace falta aprender a oír.
David G. Haskell afirma lo siguiente “Sal fuera. No vayas a un lugar especial, vale con que salgas a tu barrio. Abre tus oídos y percibe los sonidos de tu alrededor”. Yo, quiero ir más allá. Como el título de mi cuento #QuieroCambiarElMundo.
Quiero motivarte a descubrir, como si fueras un niño, LA NATURALEZA, salir sin miedo, a vivir una de las mejores aventuras de nuestras vidas.
Quiero animarte a descubrir la belleza musical que ocultan los bosques, los valles, las montañas y las costas.
Quiero que conozcas los cañones de caliza surcados por el agua durante siglos y llevarte a las cimas de las montañas más cercanas y accesibles.
Quiero que sientas el encanto de esos pueblos abandonados y veas las hojas del otoño caer.
Quiero que escuches la música que las hojas producen al ser mecidas por el viento.
Quiero que disfrutes de la armonía del silencio del invierno.
Y no por último, sino para invitarte a disfrutar de esta semana de la música de este blog, quiero acompañarte en el descubrimiento de escuchar el maravilloso concierto de las estaciones, donde millones de instrumentos, como el surcar del agua, el movimiento de los árboles, el canto de las aves, el volar de los insectos y la sonrisa de un niño… se unen para formar lo que hoy se nos resbala de las manos, LA NATURALEZA.
No sé si alguna vez has pensado cómo dar visibilidad al colectivo LGTBI en las aulas, si ya lo haces o tienes pensado hacerlo. En este post voy a intentar ayudaros y daros motivos para hacerlo. Para las familias LGTBI es una necesidad para garantizar la plena inclusión de nuestros hijos, hijas e hijes en la sociedad en la que vivimos. Y, para empezar, es clave saber que significan las siglas LGTBI (Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales).
Es responsabilidad de todos frenar el acoso LGTBIfóbico
La ONU promulgó en 1989 que los estados tomarán las medidas para encaminarla educación de los/as/es menores a “desarrollar la personalidad, las aptitudes, y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades e inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Por eso la escuela tiene que incluir entre sus contenidos curriculares la educación afectivo-sexual. Hay un marco legal que lo avala y es responsabilidad de todos frenar el acoso escolar LGTBIfóbico aunque no formemos parte del colectivo. La mayoría de las veces este tipo de acoso se da por desconocimiento. Los estereotipos y prejuicios con respecto al colectivo LGTBI están muy marcados en nuestra sociedad. Estigmatizan a las personas que pertenecen a él por salirse de la norma. Las reivindicaciones de las familias LGTBI no van mucho más allá del reconocimiento de los mismos derechos que el resto de familias.
Imagen cedida Familias TRANSformando COGAM
Por la visibilidad LGTBI en las aulas
Observatorio contra la LGTBIfóbia
El mayor número de delitos de odio LGTBIfóbico se da entre iguales dentro del entorno escolar. Es muy preocupante el número personas que, por este motivo, se plantean o intentan el suicidio, en algunos casos llegando a conseguir su objetivo. En el Informe anual del Observatorio contra la LGTBIfóbia se refleja que solo en la CAM se registra un delito LGTBIfóbico al día.
Imagen Pixaby
Somos comunidad educativa. En la familia es donde se aprenden y practican los valores que constituyen la base para el desarrollo y el progreso de la ciudadanía. Valores como el respeto, la solidaridad, igualdad, honestidad y sensibilidad social. En la escuela, el profesorado, a parte de la labor meramente docente, debe dar un paso más. Fomentar su parte más educativa, como agentes sociales. Incluyendo en las aulas contenidos extra curriculares como libros, documentales y películas, sobre distintos temas presentes en la sociedad y que por uno u otro motivo se deben visibiliza.
Lo que no se ve o no se nombra, no existe.
Como digo siempre lo que no se ve o no se nombra, no existe. Si durante los primeros años de la infancia nos preocupamos por dar esa visibilidad dentro de las aulas, cuando este alumnado llegue a la adolescencia respetará y apoyará a sus compañeres LGTBI. Dejará de convertirlos en objeto de burla ya que tendrán interiorizado que las personas LGTBI forman parte del mundo diverso en el que vivimos. Para avanzar en la sociedad es necesario educar en diversidad. Mostrar referentes para que el alumnado sepa que ni todas las personas son cis (persona que se identifica con el género que le asignaron al nacer) ni hay una sola orientación sexual (hetero, gay, lesbiana, bisexual…). Aunque yo no soy muy de poner etiquetas, a veces, son necesarias para poder identificarse. Para saber que no eres la única persona del mundo que es así y que no hay nada malo en ello.
Las personas LGTBI y la diversidad familiar entran dentro de la diversidad que nos podemos encontrar en el aula. Al igual que intentamos prepararnos por si tenemos alumnado con TEA, con déficit de atención o dislexia, ¿por qué no estar preparados por si se da el caso de tener un alumno, alumna o alumne LGTBI? Aunque en la mayoría de los casos no suele necesitar de ningún trato especial, sí sería bueno saber que, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay aprobada una ley contra la LGTBIfobia que protege sus derechos y que es de obligado cumplimiento. Como os contaba en mi anterior post las personas trans sí precisan de algunos cambios, siempre siguiendo el deseo de la persona en cuestión, para favorecer su tránsito social. En la guía para personas que acompañan a personas trans en sus procesos vitales, recientemente publicada por, Fundación Triángulo podéis encontrar todo lo que necesitáis saber para hacer un buen acompañamiento.
¿Qué puedo hacer para visibilizar la diversidad LGTBI en el aula?
En la mayoría de las Comunidades Autónomas hay colectivos que llevan a cabo talleres en los centros escolares. Los talleres de diversidad afectivo-sexual e identidad de género además de prevenir el acoso LGTBIfóbico fomentan la igualdad. También sirven para proteger a la infancia y la adolescencia frente al odio y evitar que el desconocimiento se convierta en LGTBIfóbia. Los talleres, como los impartidos por el grupo de educación de COGAM, van dirigidos a toda la comunidad escolar, alumnado de primaria y secundaria, profesorado, equipo directivo y padres/madres. En cada uno de los talleres hay contenidos diferentes según a quien vaya dirigido. En las páginas de las distintas asociaciones hay muchos recursos educativos como guías, listados de películas, documentales y libros que puedes usar en el aula.
Taller de diversidad afectivo-sexual (imagenes cedidas por Ana Silva del grupo de educación COGAM)
Un espacio en las bibliotecas escolares
A parte de los talleres podemos incluir en nuestras aulas y centros escolares una biblioteca diversa con libros y cuentos de todas las diversidades que se nos ocurran. También hay muchas librerías especializadas, una de las más completas es Olacacia, la libreria de la tolerancia. Cada día son más las editoriales que dedican un espacio a la literatura LGTBI y de diversidad familiar. Adaptados a todas las edades puedes encontrar multitud de cuentos y novelas juveniles que incluso grandes editoriales como Santillana incluye en su plan lector, para mayores de 12 años. Un ejemplo son los libros del autor Nando López que además hace encuentros literarios con sus lectores. En la colección Mevés de la editorial Babidi-Bú podrás encontrar libros y cuentos para los más peques.
La visibilidad LGTBI en las aulas
Estamos en red
En las RRSS hay un montón de cuentas educativas donde podéis encontrar un montón de información y recursos para trabajar en el aula, os dejo por aquí mis favoritas.
Espero que toda esta información os sea útil y os atreváis a ir incluyendo más cosas sobre diversidad LGTBI en vuestras aulas para que nuestro alumnado pueda ver que hay un mundo diverso donde no todo es blanco o negro sino que hay un maravilloso arcoíris esperando a ser descubierto.
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