Una alumna (ya en cuarentena, desde un zoom) me preguntó: “¿Cómo podemos hacer para tener ganas de ir a la escuela?”, refiriéndose a la escuela presencial, pero entiendo que también a la virtual. La conversación ocurría en el marco de un proyecto que se llama: “Diseño mi escuela”. Su pregunta disparó la aparición de un concepto clave hoy: “la motivación”. “¡Ésa es la palabra que no me salía!”, me contestó otro alumno de la clase. Difícil en este contexto del segundo año de pandemia…
La Real Academia Española define la palabra “motivación” como: “acción y efecto de motivar”, “conjunto de factores internos y externos que determinan en parte las acciones de una persona”. El problema se plantea porque se nota cada vez más la fatiga de los alumnos frente a demasiadas clases expositivas de algunos profesores, las entregas de trabajos tardías o la falta de entregas, las distracciones fáciles, y, con la virtualidad, la famosa “zoomfobia”: las cámaras apagadas o la ausencia definitiva del alumno en el curso. La tensión se produce cuando el profesor tiene como objetivo la participación activa y el cumplimiento de todas las tareas, por supuesto. Dicho de otro modo, esa controversia entre el “curriculum oficial o planificado y el curriculum recibido, que es la experiencia real de los estudiantes” (Kelly, 2009). Esta situación nos hace pensar en cómo aproximarnos a lograr un aprendizaje valioso en nuestros estudiantes.
Me gustaría abordar el problema desde la perspectiva del profesor, ya que, pienso que es desde este rol central de profesionales de la educación, de donde podemos encarar acciones que pueden cambiar la vida diaria tanto del docente como del alumno. Es imprescindible que los profesionales de la educación tengamos en cuenta la necesidad de la motivación. Esta perspectiva tiene claras limitaciones en lo que concierne al problema de las “ganas de asistir a clase”. Hay un “conjunto de factores internos y externos” que van a producir la motivación o el desgano, la atención o la ausencia y el aburrimiento…
Hay ciertos conceptos que para los alumnos pueden sonar tediosos como: “Sistema educativo”, “pedagogía”, “educación”. Todas estas palabras se originan en la necesidad de “ordenar”, “homogeneizar” a una población obediente a un orden social y político. El desarrollo de la escuela como agente de poder data desde el inicio de la modernidad, en el siglo XVI. Este proceso se acelera en el siglo XVIII y XIX, donde el campo pedagógico empieza a ejercer “gubernamentabilidad” sobre la sociedad. Este sistema estaba centrado en el profesor, no en el alumno, por lo tanto no buscaba su interés ni motivación.
El paso del siglo XIX al XX dio a la escuela el espacio pedagógico por excelencia. Fue la forma educativa hegemónica en todo el globo (Pineau y Dussel, 2001). Subsiste aún bajo un método enciclopedista, dividido por diferentes ciencias. Se basa en un método simultáneo y gradual. Cada grupo sigue un programa en cada asignatura, por lo tanto, semana a semana debemos ir “avanzando” para cumplir con todos los temas. Como profesora de Historia, soy testigo y parte de esa obligación de “cubrir” ese recorte cronológico que toca según el curso. Tanta rigidez desde ya no ha contribuido a la motivación de los alumnos. Lejos de ello, ha necesitado de mecanismos de disciplina. Las paredes de los edificios que albergan a la comunidad educativa, herederos de los monasterios; rígidas reglas de conducta, hasta castigos, que luego fueron prohibidos, pero que han formado cuerpos y mentes sumisos a la autoridad. “Me cansa estar tantas horas encerrada” reclamaba una alumna en esa clase.
Aquí la propuesta consiste en:
En primer lugar en ampliar nuestra mirada sobre el sistema educativo y sobre nuestro trabajo docente. El saberse parte de un sistema activo, debe movilizarnos a estar informados y atentos a la formación constante, a las nuevas pedagogías, a las experiencias de innovación y a comunicarnos con otros…
Una maestra sostenía: “en la diversidad está el gusto”.
Diferentes estrategias de enseñanza ayudan a disfrutar de la tarea diaria. No me refiero sólo a algunas que están tan en boga como el aprendizaje por proyectos o problemas, sino también a la incorporación al aula de varios aprendizajes que suceden fuera de la escuela. Instagram, You tube, Tik-tok, el uso de podcasts, es decir redes que hoy son máquinas de producir conocimiento, tal vez no cronológico ni ordenado, pero sí rápido, eficaz y adictivo. Recuerdo una clase de Historia sobre la conquista de América, donde les pasé a mis alumnos un trap mix tipo reggaeton, “Te coloniso”. No se la olvidan nunca. El aprendizaje tomó un lugar distinto, se metió por las manos, por el corazón y por la cabeza de la gente, ya no de “alumnos” solamente. “There is a lot of learning outside schools” (hay mucho aprendizaje fuera de las escuelas), dicen City, Elmore y Lynch. Con lo cual, entendemos que la escuela pasa a ser un espacio, entre muchos otros, donde se aprende verdaderamente.
Por último, la evaluación de ciertas competencias ayudan a crear expectativas en los alumnos sobre sus feedbacks o devoluciones. Los alumnos sienten que pueden mejorar y esperan la reacción de sus compañeros y de sus maestros frente a sus producciones. Podemos elegir algún o algunos criterios de evaluación basados en la colaboración en los trabajos grupales o en la comunicación en sus trabajos escritos y orales; el pensamiento crítico en escritura de ensayos con diferentes argumentos o en debates orales…, la ciudadanía que podemos poner en práctica en proyectos conectados con la realidad, el carácter si los estudiantes demuestran su capacidad de resiliencia. Finalmente, la creatividad es la salvación de los niños en tiempos de pandemia, a través del arte, la música, los juegos y el animarse a arriesgar y llegar al límite de la innovación.
Al salir, mis alumnos me dijeron: “¡Gracias, muy buena clase!”. Ésa es mi mayor motivación.
Artículo escrito por: Mercedes Vergara
En redes: @mechivergara en Instagram @mvergara70 en Twitter Mercedes Vergara en Facebook
POR QUÉ EMPEZAR UNA CLASE DE MÚSICA CON RELAJACIÓN
PROFE: “¿Alguno de vosotros tiene tablet, móvil u ordenador?
ALUMNOS: “Yo sí”, “Yo también”, “Siiiiii”…
PROFE: “¿Y qué pasa si dejamos estos dispositivos encendidos siempre?, ¿o los apagamos de manera incorrecta?
ALUMNOS: “Que se quedan sin batería”, “Que se ponen muy calientes”, “Que se cansan mucho”…
PROFE: “¡Exacto!, si desconectamos sin esperar a que finalice el proceso de apagado, podemos perder datos, dañar archivos…o si siempre lo dejamos encendido, no se puede reiniciar. Pues eso mismo le ocurre a nuestro cerebro. De vez en cuando necesitamos apagarlo, reiniciarlo, para que funcione a pleno rendimiento y podamos empezar la clase con energía, alegría e ilusión”.
De esta manera se puede explicar a nuestros alumnos por qué es necesario reiniciar, calmar, desestresar y, ¿por qué no?, limpiar nuestro cerebro antes de empezar nuestra clase de Música.
Es verdad que a priori esta práctica puede suscitar alguna que otra reticencia:
“Ya la clase de Música se me queda demasiado corta, solo una hora a la semana, y encima ahora tengo que dedicar más tiempo a la relajación”.
“Eso no me va a funcionar con los alumnos de cursos superiores, se van a reír, no se lo van a tomar en serio”.
“Algunos alumnos no van a querer ni siquiera cerrar los ojos por el sentido al ridículo”.
Nada más lejos de la realidad. No solo respetan ese momento al inicio de cada clase, sino que a medida que lo van incorporando a su día a día, lo convierten en un hábito, lo interiorizan, llegando incluso a demandarlo. En algunas clases, son los propios alumnos los que me esperan ya en posición de relajación. Esto permite un mayor aprovechamiento del tiempo e incrementa la calidad del mismo.
He podido comprobar que gracias a esos minutos iníciales de relajación, el rendimiento de la clase mejora sustancialmente. En muchas ocasiones nos encontramos con alumnos cansados y mentes saturadas que producen un rendimiento académico mínimo y una creatividad prácticamente nula. ¿Qué hacemos en una clase de Música sin el ingrediente estrella, la creatividad?
Para que esos primeros minutos de clase sean especiales, es necesario variar la relajación. Es cierto que yo sigo unas rutinas, recordándoles que pueden beber agua (de forma calmada y sin prisa), introduciendo la música que nos va a acompañar en el viaje: música clásica, sonidos de la naturaleza, música relajante para meditar, música lounge, chill out, etc. Y así, poco a poco, vamos adoptando la posición para poder relajarnos, posando la cabeza sobre las manos y cerrando los ojos.
Ahora llega el momento de la respiración, la diafragmática, nuestra gran aliada. Es importante que experimenten el poder de la respiración a la hora de calmar y bajar la intensidad de nuestras emociones. No dudes en probar la respiración cuadrada, explicándoles que proviene del cuerpo de marines norteamericanos y que la usaban en momentos de gran estrés en la batalla para mantener la calma. ¡Les encanta! También triunfa la que alterna las fosas nasales, fundamental para conservar la concentración.
Y sin casi darnos cuenta, dejamos volar nuestra imaginación, acompañándoles en un viaje que nos lleva al mar o a un paisaje sin igual. Otro día la protagonista es la relajación muscular progresiva de Jacobson o una simple mariposa mágica que va posándose y relajando cada parte del cuerpo.
Por último, volvemos a ser conscientes del aquí y el ahora, estirándonos como gatitos e intentando tocar el techo con nuestras manos.
Son solo unos minutos, pero favorece enormemente el clima del aula, desarrolla las competencias emocionales de los alumnos, mejora el rendimiento académico y además aprenderán a regalarse momentos, a quererse y a respetarse a ellos mismos y, por ende, a los demás.
¿Te unes a los que ya pulsamos F5 cada día al empezar la clase de Música?
No sé si alguna vez has pensado cómo dar visibilidad al colectivo LGTBI en las aulas, si ya lo haces o tienes pensado hacerlo. En este post voy a intentar ayudaros y daros motivos para hacerlo. Para las familias LGTBI es una necesidad para garantizar la plena inclusión de nuestros hijos, hijas e hijes en la sociedad en la que vivimos. Y, para empezar, es clave saber que significan las siglas LGTBI (Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales).
Es responsabilidad de todos frenar el acoso LGTBIfóbico
La ONU promulgó en 1989 que los estados tomarán las medidas para encaminarla educación de los/as/es menores a “desarrollar la personalidad, las aptitudes, y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades e inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Por eso la escuela tiene que incluir entre sus contenidos curriculares la educación afectivo-sexual. Hay un marco legal que lo avala y es responsabilidad de todos frenar el acoso escolar LGTBIfóbico aunque no formemos parte del colectivo. La mayoría de las veces este tipo de acoso se da por desconocimiento. Los estereotipos y prejuicios con respecto al colectivo LGTBI están muy marcados en nuestra sociedad. Estigmatizan a las personas que pertenecen a él por salirse de la norma. Las reivindicaciones de las familias LGTBI no van mucho más allá del reconocimiento de los mismos derechos que el resto de familias.
Imagen cedida Familias TRANSformando COGAM
Por la visibilidad LGTBI en las aulas
Observatorio contra la LGTBIfóbia
El mayor número de delitos de odio LGTBIfóbico se da entre iguales dentro del entorno escolar. Es muy preocupante el número personas que, por este motivo, se plantean o intentan el suicidio, en algunos casos llegando a conseguir su objetivo. En el Informe anual del Observatorio contra la LGTBIfóbia se refleja que solo en la CAM se registra un delito LGTBIfóbico al día.
Imagen Pixaby
Somos comunidad educativa. En la familia es donde se aprenden y practican los valores que constituyen la base para el desarrollo y el progreso de la ciudadanía. Valores como el respeto, la solidaridad, igualdad, honestidad y sensibilidad social. En la escuela, el profesorado, a parte de la labor meramente docente, debe dar un paso más. Fomentar su parte más educativa, como agentes sociales. Incluyendo en las aulas contenidos extra curriculares como libros, documentales y películas, sobre distintos temas presentes en la sociedad y que por uno u otro motivo se deben visibiliza.
Lo que no se ve o no se nombra, no existe.
Como digo siempre lo que no se ve o no se nombra, no existe. Si durante los primeros años de la infancia nos preocupamos por dar esa visibilidad dentro de las aulas, cuando este alumnado llegue a la adolescencia respetará y apoyará a sus compañeres LGTBI. Dejará de convertirlos en objeto de burla ya que tendrán interiorizado que las personas LGTBI forman parte del mundo diverso en el que vivimos. Para avanzar en la sociedad es necesario educar en diversidad. Mostrar referentes para que el alumnado sepa que ni todas las personas son cis (persona que se identifica con el género que le asignaron al nacer) ni hay una sola orientación sexual (hetero, gay, lesbiana, bisexual…). Aunque yo no soy muy de poner etiquetas, a veces, son necesarias para poder identificarse. Para saber que no eres la única persona del mundo que es así y que no hay nada malo en ello.
Las personas LGTBI y la diversidad familiar entran dentro de la diversidad que nos podemos encontrar en el aula. Al igual que intentamos prepararnos por si tenemos alumnado con TEA, con déficit de atención o dislexia, ¿por qué no estar preparados por si se da el caso de tener un alumno, alumna o alumne LGTBI? Aunque en la mayoría de los casos no suele necesitar de ningún trato especial, sí sería bueno saber que, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay aprobada una ley contra la LGTBIfobia que protege sus derechos y que es de obligado cumplimiento. Como os contaba en mi anterior post las personas trans sí precisan de algunos cambios, siempre siguiendo el deseo de la persona en cuestión, para favorecer su tránsito social. En la guía para personas que acompañan a personas trans en sus procesos vitales, recientemente publicada por, Fundación Triángulo podéis encontrar todo lo que necesitáis saber para hacer un buen acompañamiento.
¿Qué puedo hacer para visibilizar la diversidad LGTBI en el aula?
En la mayoría de las Comunidades Autónomas hay colectivos que llevan a cabo talleres en los centros escolares. Los talleres de diversidad afectivo-sexual e identidad de género además de prevenir el acoso LGTBIfóbico fomentan la igualdad. También sirven para proteger a la infancia y la adolescencia frente al odio y evitar que el desconocimiento se convierta en LGTBIfóbia. Los talleres, como los impartidos por el grupo de educación de COGAM, van dirigidos a toda la comunidad escolar, alumnado de primaria y secundaria, profesorado, equipo directivo y padres/madres. En cada uno de los talleres hay contenidos diferentes según a quien vaya dirigido. En las páginas de las distintas asociaciones hay muchos recursos educativos como guías, listados de películas, documentales y libros que puedes usar en el aula.
Taller de diversidad afectivo-sexual (imagenes cedidas por Ana Silva del grupo de educación COGAM)
Un espacio en las bibliotecas escolares
A parte de los talleres podemos incluir en nuestras aulas y centros escolares una biblioteca diversa con libros y cuentos de todas las diversidades que se nos ocurran. También hay muchas librerías especializadas, una de las más completas es Olacacia, la libreria de la tolerancia. Cada día son más las editoriales que dedican un espacio a la literatura LGTBI y de diversidad familiar. Adaptados a todas las edades puedes encontrar multitud de cuentos y novelas juveniles que incluso grandes editoriales como Santillana incluye en su plan lector, para mayores de 12 años. Un ejemplo son los libros del autor Nando López que además hace encuentros literarios con sus lectores. En la colección Mevés de la editorial Babidi-Bú podrás encontrar libros y cuentos para los más peques.
La visibilidad LGTBI en las aulas
Estamos en red
En las RRSS hay un montón de cuentas educativas donde podéis encontrar un montón de información y recursos para trabajar en el aula, os dejo por aquí mis favoritas.
Espero que toda esta información os sea útil y os atreváis a ir incluyendo más cosas sobre diversidad LGTBI en vuestras aulas para que nuestro alumnado pueda ver que hay un mundo diverso donde no todo es blanco o negro sino que hay un maravilloso arcoíris esperando a ser descubierto.
¿Cómo trabajar las normas de la clase sin morir en el intento? Fuente de la imagen: Pixabay.
Si te preguntas cómo trabajar las normas de la clase de forma innovadora ¡Tengo buenas noticias! Te traigo 2 propuestas que vas a poder usar para mejorar la convivencia en tu aula.
Antes de comenzar con las propuestas, es importante considerar tu estilo de enseñanza y tu situación laboral. Por eso te animo a que contestes mentalmente a las siguientes preguntas.
¿Tienes un estilo de enseñanza horizontal o vertical (te gusta implicar a tus alumnos en la convivencia en el aula o no)?
¿Vas a trabajar con ese grupo de alumnos por más de 3 meses?
Según dicen por ahí ser Trans* está de moda y nada más lejos de la realidad, lo que ocurre realmente es que se está empezando a dar visibilidad a esta realidad que está presente en todos los ámbitos de la sociedad y por supuesto, en el que nos influye a nosotros, la escuela. Lo que no se ve no existe por eso el propósito de esta entrada es dar algo de luz a esta diversidad en la que no solemos pensar a la hora de hablar de diversidad en las aulas.
Para poder entender a las personas trans* vamos a ver una serie de conceptos que nos van a ayudar a saber un poco mejor de qué hablamos.
El género es definido como una categoría construida socialmente de acuerdo con la representación que se hace de lo femenino y lo masculino. Hace referencia a los roles, comportamientos y expresiones construidas para las identidades de hombres y mujeres e influye en la forma en que las personas se ven a sí mismas y a las demás y en cómo interactúan. Está reforzado por todo un sistema de valores y expectativas que forman un entramado de normas sociales que las personas deben cumplir para vivir y ser reconocidas como pertenecientes a un grupo y desarrollar así una identidad.
Los estereotipos y los roles asignados históricamente a los géneros, marcan como debemos comportarnos y nos dictan como “debemos ser”. Todo lo que se sale de esos roles normativos es señalado y se suele convertir en motivo de burla. Es hora de romper con esos roles y dejar que cada uno se exprese como se sienta y eliminar de nuestro vocabulario frases como “eso es de niña” o “eso es de niño” y similares que hacen mucho daño y siguen marcando desigualdad entre géneros. Como en todo, la educación es la base y la escuela un agente de cambio, el más potente sin duda, por eso debemos marcarnos como un deber establecer ciertas pautas de coeducación y convertir las escuelas en espacios donde fomentar la igualdad y así evitar a su vez situaciones de bullying que se produce hacia las personas trans* o con comportamientos de género no normativo.
Con la conquista del lenguaje (aproximadamente a los dos años) ya podemos expresar quienes somos y si nuestra identidad coincide con el sexo que nos asignaron al nacer. La asignación del género se hace basándose en unos genitales, si tienes pene eres niño y si tienes vulva niña. Esto no siempre coincide con el género sentido por cada persona de forma subconsciente y que nos autodefine como hombre, mujer o personas no binaria (de las que hablaré en otra entrada). Por lo tanto las personas trans* (transexuales, transgenero) son aquellas cuya identidad de génerono coincide con la que le asignaron al nacer. El resto de personas, es decir, las que si se identifican con el género asignado al nacer son personas cis (cisexuales). Ninguno de los prefijos cis o trans* tiene una connotación negativa, simplemente son palabras creadas para describir una realidad.
La infancia trans* existe y gracias a que, poco a poco, van apareciendo referentes en los medios a los que suelen tener acceso nuestros peques pueden identificar antes que es lo que les pasa y verbalizarlo. Libros y cuentos como Ahora me llamo Luisa, Piratrans carabarco o Soy Jazz que también tiene serie (Yo soy Jazz). La historia de Jazz es una experiencia real. En este cuento, ella narra de manera muy accesible sus vivencias y también es protagonista de la serie.
Transición o tránsito es el proceso que realizar las personas para empezar a vivir acorde a su género sentido. El tránsito puede ser social, medico, legal… cada persona trans* decide que pasos dar hasta encontrase a gusto.
Cuando el tránsito se realiza a edades tempranas o en la adolescencia, el acompañamiento en las escuelas es vital. Cuando la persona está preparada para realizarlo su familia debe hacer una petición formal al centro para que la persona sea tratada acorde al nombre y pronombre con el que se identifique. Estos pueden ser masculino, femenino o neutro. El centro también debe facilitar el acceso a los espacios (baños, vestuarios) correspondientes al género sentido y ajustar la documentación interna al nuevo nombre y género, así como, informar a todo el personal docente y no docente, alumnado, etc del nuevo trato que esta persona quiere recibir. Hay asociaciones como Euforia FTA que tienen entre sus recursos una guía de acompañamiento respetuoso en el ámbito educativo que da todas las claves para acompañar de forma respetuosa y correcta a las personas trans* y sus familias en este proceso. También es importante que en los centros se conozcan las legislaciones, normativas o instrucciones que hay al respecto ya que son diferentes según la Comunidad Autónoma de residencia, en la pagina de TTrans-Formando podéis encontrar entre muchos otros recursos muy interesantes, orientados hacia la educación, un apartado sobre normativa LGTBI.
No puedo cerrar esta entrada sin hacer un alegato personal como madre orgullosa y activista transaliada. Ser trans* no es un capricho si no un sentimiento y NADIE ni médicos, ni psicólogos, ni políticos pueden negarle a nadie su DERECHO A SER .
Os dejo un listado de páginas y asociaciones donde podéis encontrar todo tipo de recursos diferenciados por edades, dirigidos a docentes, equipos directivos, gabinetes de orientación, etc también podéis contactar con las asociaciones en caso de necesitar mas información o formación para el profesorado, alumnado o familias.
Asociaciones:
Euforia FTA ( http://euforia.org.es/ )
Chrysallis Asociación Familias de Menores Transexuales( https://chrysallis.org.es/ )
En la última entrada que escribí mencioné que los videojuegos son apreciados de forma desacertada por la gran mayoría de personas: o bien sentimos indiferencia hacia ellos; o bien pensamos que sus efectos son tremendamente negativos; o incluso los vemos como algo totalmente inocuo. En ese sentido, ofrecí una serie de pautas orientativas que pueden guiar la forma en que afrontamos su uso por parte de nuestros hijos y alumnos. Aquí el enlace: https://www.miranosyunete.com/eso-bach/videojuegos-y-educacion-parte-i-como-afrontar-el-uso-de-los-videojuegos/.
Sin embargo, dichas pautas no están vacías y encuentran fundamento en investigación de diferentes ramas de conocimiento, como la psicología o la neurociencia. Si es bueno seguirlas es debido a que los videojuegos tienen diferentes efectos en el desarrollo, tanto negativos, como positivos, los cuales han de ser tenidos en cuenta. Por ello, en esta entrada voy a exponer los efectos negativos más conocidos que tienen los videojuegos de forma clara y concisa. Así, será posible, en una entrada posterior, valorarlos en su justa medida y ofrecer un plan orientativo de juego que pueda esquivarlos y aprovechar los efectos positivos.
LOS EFECTOS SOBRE LA AGRESIVIDAD
Diversas investigaciones (Anderson y Bushman, 2001; Anderson 2004; Anderson et al., 2010; Hasan et al., 2012; y Prot et al., 2014) han desarrollado un método para averiguar cómo diferentes factores del entorno pueden provocar efectos relacionados con la agresividad en los jóvenes. Estos efectos son la adquisición de pensamientos, emociones y estados agresivos que, en la medida en que se suman, hacen crecer la posibilidad de que una persona acabe teniendo una personalidad agresiva.
Los factores del entorno que pueden generar dichos efectos son las diferentes situaciones de agresividad y violencia que la persona observa y puede acabar replicando. En ese sentido, los videojuegos con contenido violento son un factor de este tipo. Una causa que, entre otras, muestra situaciones violentas que pueden generar pensamientos y actitudes agresivas.
No debemos ser alarmistas, dado que percibir una situación violenta no nos convierte en personas agresivas de forma necesaria. Y no es lo mismo presenciar tales escenas en la ficción que en la realidad. Ni tampoco es lo mismo presenciar violencia justificada que gratuita (como veremos en los efectos positivos). Sin embargo, la exposición constante al contenido violento gratuito y en solitario sí puede hacer que una persona adquiera tales pensamientos. Si un joven accede a contenido violento todas las tardes y, además, vive en un ambiente donde predomina la agresividad, es mucho más probable que acabe siendo una persona agresiva, incluso a largo plazo.
Por ello es importante ver las edades recomendadas de uso. No es lo mismo un joven casi adulto cuya conducta es más madura y ha desarrollado las estructuras mentales adecuadas para regirse en la vida, que el preadolescente que está en pleno desarrollo y es más vulnerable. Es posible, y a veces hasta bueno, jugar a ciertos juegos, pero en el entorno adecuado y durante un tiempo razonable.
LOS EFECTOS SOBRE LA ADICCIÓN
Aunque los efectos sobre la agresividad son los más investigados, seguramente no sean los más preocupantes. Es realmente complicado que una persona se vuelva agresiva solamente por jugar a videojuegos violentos. Sin embargo, los efectos sobre la adicción son otra cosa. Estos son, seguramente, los más peligrosos y los que más debemos tener en cuenta.
Aunque no hay tanta evidencia sobre que los videojuegos puedan generar adicción, sí existen suficientes estudios que lo prueban (Griffiths, 2010; Kus y Griffiths, 2012; y Prot et al., 2014). Y no solo eso, el año pasado la OMS (2018) estableció de forma oficial que los videojuegos pueden llevar a trastornos de este tipo. En un gran estudio (Prot et al., 2014) se mostró que en diferentes países los jóvenes tenían este problema: en EEUU el 8,5% de la muestra; mientras que en Singapur un 8,7%; en China un 10,8%; Alemania un 11%; etc.
Curiosamente, son números muy similares. Esto se debe a dos cosas. Primero, la adicción en los videojuegos es definida de forma muy parecida a la adicción en otros ámbitos, como en el juego de apuestas. Comienza como una forma de entretenimiento y se convierte en algo patológico cuando provoca consecuencias negativas en la vida de esas personas. Y segundo, que lo más preocupante de ello no es que un joven acabe jugando muchas horas, sino que tiene efectos en la relación con su familia, amigos, etc., que además suelen ser causados por la suma de distintos trastornos a su alta actividad de juego.
Es por esto que debemos ser conscientes de que es posible jugar una cantidad razonable de horas a la semana sin que pase nada, pero siempre y cuando el joven no arrastre problemas mentales o psicológicos anteriores a esa actividad y no se pase todo el día jugando. Es bueno que haya variedad de actividades en su desarrollo y se controle el tiempo de juego.
LOS EFECTOS SOBRE LA ATENCIÓN
Para terminar, es debido mencionar los efectos negativos sobre la atención, los cuales están ligados a los de la adicción y a la cantidad de tiempo que se invierte jugando. Este es uno de los que más preocupan a los padres, dado que suele asociarse el jugar a videojuegos con la distracción y con dedicar menos tiempo a los estudios.
De esto hay aún menos evidencia, pero suficiente para hacernos una idea (Prot et al., 2014) clara de qué ocurre: primero, que los niños y adolescentes que más juegan pueden mostrar más problemas de atención que aquellos que no juegan; y segundo, que la falta de atención puede crecer bastante si ya había problemas previamente.
La explicación más probable de estos problemas de atención es que se deben a lo que es conocido como «desplazamiento», es decir, a relegar tareas y actividades que pueden ayudar a mejorar la atención sostenida y la memoria para jugar a videojuegos. No es que jugar reduzca la atención (en algunos casos puede hasta aumentarla) porque sí; el problema es que jugar mucho nos aparta de otras cosas que son buenas para el desarrollo de la atención (y otras competencias), como la lectura o los estudios (en este segundo caso, porque los videojuegos tampoco son empleados para educar, cosa que es posible).
Por tanto, es debido saber qué número de horas dedica un joven a jugar, para poder controlar cuánto tiempo emplea en otras actividades relevantes para su desarrollo, que en última instancia le permitirán tener una atención normal y sana para su edad.
CONCLUSIÓN IMPORTANTE
Todos estos datos e investigación acerca de los posibles efectos negativos de los videojuegos no deben hacer que caigamos en el temor y la alarma social. Que existan no quiere decir que se vayan a dar; el uso correcto de los videojuegos puede prevenirlos.
Y es relevante saber que tampoco es una actitud adecuada prohibir por completo el uso del videojuego bajo la idea de que así será imposible que estos efectos negativos se den. ¿Por qué? Es muy sencillo: porque los videojuegos son un medio de una potencia espectacular para causar efectos positivos en el desarrollo (al margen de constituir, algunos de ellos, obras de un alto valor cultural). Dejarlos de lado, sin más, sería irresponsable teniendo en cuenta que están cada vez más presentes en la sociedad y las cosas buenas que pueden ofrecer. Por ello, en la siguiente entrada, hablaré con más detenimiento de los efectos positivos que tienen.
Sin mucho más que decir, dejo la bibliografía empleada un poco más abajo (por si alguien quiere profundizar) y espero que haya resultado de interés. ¡Un abrazo a todos!
REFERENCIAS
-Anderson, C. A. (2004). An update on the effects of playing violent video games. Journal of Adolescence, 27, 113-122.
-Anderson, C. A. y Bushman, B. J. (2001). Effects of violent video games on agressive behavior, agressive cognition, agressive affect, physiological arousal, and prosocial behavior. Psychological Science, 12 (5), 353-359.
-Anderson, C. A., Shibuya, A., Ihori, N., Swing, E. L., Bushman, B. J., Sakamoto, A. y Saleem, M. (2010). Violent video games effects on aggression, empathy and prosocial behavior in Eastern and western countries. Pshychological Bulletin, 136, 151173.
-Griffiths, M. (2010). Adolescent video game addiction: issues for the classroom. Education Today, 60 (2), 28-31.
-Hasan, Y., Bègue, L. y Bushman, B. J. (2012). Violent video games stress people out and make them more agressive. Agressive behavior, 00, 1-7.
-Kuss, D. J. y Griffiths, M. D. (2012). Online gaming addiction in children and adolescents: A review of empirical research. Journal of Behavioral Addictions, 1 (1), 322.
-Organización Mundial de la Salud (OMS) (2018). Gaming disorder. OMS. Consultado el 25/8/2018 [http://www.who.int/features/qa/gaming-disorder/en/].
-Prot, S., Anderson, C. A., Gentile, D. A., Brown, S. C. y Swing, E. L. (2014). The positive and negative effects of video game play. Media and the Well-Being of Children and Adolescents, 7, 109-128.
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