Una alumna (ya en cuarentena, desde un zoom) me preguntó: “¿Cómo podemos hacer para tener ganas de ir a la escuela?”, refiriéndose a la escuela presencial, pero entiendo que también a la virtual. La conversación ocurría en el marco de un proyecto que se llama: “Diseño mi escuela”. Su pregunta disparó la aparición de un concepto clave hoy: “la motivación”. “¡Ésa es la palabra que no me salía!”, me contestó otro alumno de la clase. Difícil en este contexto del segundo año de pandemia…
La Real Academia Española define la palabra “motivación” como: “acción y efecto de motivar”, “conjunto de factores internos y externos que determinan en parte las acciones de una persona”. El problema se plantea porque se nota cada vez más la fatiga de los alumnos frente a demasiadas clases expositivas de algunos profesores, las entregas de trabajos tardías o la falta de entregas, las distracciones fáciles, y, con la virtualidad, la famosa “zoomfobia”: las cámaras apagadas o la ausencia definitiva del alumno en el curso. La tensión se produce cuando el profesor tiene como objetivo la participación activa y el cumplimiento de todas las tareas, por supuesto. Dicho de otro modo, esa controversia entre el “curriculum oficial o planificado y el curriculum recibido, que es la experiencia real de los estudiantes” (Kelly, 2009). Esta situación nos hace pensar en cómo aproximarnos a lograr un aprendizaje valioso en nuestros estudiantes.
Me gustaría abordar el problema desde la perspectiva del profesor, ya que, pienso que es desde este rol central de profesionales de la educación, de donde podemos encarar acciones que pueden cambiar la vida diaria tanto del docente como del alumno. Es imprescindible que los profesionales de la educación tengamos en cuenta la necesidad de la motivación. Esta perspectiva tiene claras limitaciones en lo que concierne al problema de las “ganas de asistir a clase”. Hay un “conjunto de factores internos y externos” que van a producir la motivación o el desgano, la atención o la ausencia y el aburrimiento…
Hay ciertos conceptos que para los alumnos pueden sonar tediosos como: “Sistema educativo”, “pedagogía”, “educación”. Todas estas palabras se originan en la necesidad de “ordenar”, “homogeneizar” a una población obediente a un orden social y político. El desarrollo de la escuela como agente de poder data desde el inicio de la modernidad, en el siglo XVI. Este proceso se acelera en el siglo XVIII y XIX, donde el campo pedagógico empieza a ejercer “gubernamentabilidad” sobre la sociedad. Este sistema estaba centrado en el profesor, no en el alumno, por lo tanto no buscaba su interés ni motivación.
El paso del siglo XIX al XX dio a la escuela el espacio pedagógico por excelencia. Fue la forma educativa hegemónica en todo el globo (Pineau y Dussel, 2001). Subsiste aún bajo un método enciclopedista, dividido por diferentes ciencias. Se basa en un método simultáneo y gradual. Cada grupo sigue un programa en cada asignatura, por lo tanto, semana a semana debemos ir “avanzando” para cumplir con todos los temas. Como profesora de Historia, soy testigo y parte de esa obligación de “cubrir” ese recorte cronológico que toca según el curso. Tanta rigidez desde ya no ha contribuido a la motivación de los alumnos. Lejos de ello, ha necesitado de mecanismos de disciplina. Las paredes de los edificios que albergan a la comunidad educativa, herederos de los monasterios; rígidas reglas de conducta, hasta castigos, que luego fueron prohibidos, pero que han formado cuerpos y mentes sumisos a la autoridad. “Me cansa estar tantas horas encerrada” reclamaba una alumna en esa clase.
Aquí la propuesta consiste en:
En primer lugar en ampliar nuestra mirada sobre el sistema educativo y sobre nuestro trabajo docente. El saberse parte de un sistema activo, debe movilizarnos a estar informados y atentos a la formación constante, a las nuevas pedagogías, a las experiencias de innovación y a comunicarnos con otros…
Una maestra sostenía: “en la diversidad está el gusto”.
Diferentes estrategias de enseñanza ayudan a disfrutar de la tarea diaria. No me refiero sólo a algunas que están tan en boga como el aprendizaje por proyectos o problemas, sino también a la incorporación al aula de varios aprendizajes que suceden fuera de la escuela. Instagram, You tube, Tik-tok, el uso de podcasts, es decir redes que hoy son máquinas de producir conocimiento, tal vez no cronológico ni ordenado, pero sí rápido, eficaz y adictivo. Recuerdo una clase de Historia sobre la conquista de América, donde les pasé a mis alumnos un trap mix tipo reggaeton, “Te coloniso”. No se la olvidan nunca. El aprendizaje tomó un lugar distinto, se metió por las manos, por el corazón y por la cabeza de la gente, ya no de “alumnos” solamente. “There is a lot of learning outside schools” (hay mucho aprendizaje fuera de las escuelas), dicen City, Elmore y Lynch. Con lo cual, entendemos que la escuela pasa a ser un espacio, entre muchos otros, donde se aprende verdaderamente.
Por último, la evaluación de ciertas competencias ayudan a crear expectativas en los alumnos sobre sus feedbacks o devoluciones. Los alumnos sienten que pueden mejorar y esperan la reacción de sus compañeros y de sus maestros frente a sus producciones. Podemos elegir algún o algunos criterios de evaluación basados en la colaboración en los trabajos grupales o en la comunicación en sus trabajos escritos y orales; el pensamiento crítico en escritura de ensayos con diferentes argumentos o en debates orales…, la ciudadanía que podemos poner en práctica en proyectos conectados con la realidad, el carácter si los estudiantes demuestran su capacidad de resiliencia. Finalmente, la creatividad es la salvación de los niños en tiempos de pandemia, a través del arte, la música, los juegos y el animarse a arriesgar y llegar al límite de la innovación.
Al salir, mis alumnos me dijeron: “¡Gracias, muy buena clase!”. Ésa es mi mayor motivación.
Artículo escrito por: Mercedes Vergara
En redes: @mechivergara en Instagram @mvergara70 en Twitter Mercedes Vergara en Facebook
El día 3 de diciembre se celebró el día de las personas con Dis-capacidad y es en diciembre cuando los maestros estamos de lleno en el proceso de evaluación. Es éste uno de los momentos donde se puede marcar la diferencia entre ser un aula inclusiva o no, porque… ¿de qué nos sirve tener un montón de estrategias y metodologías molonas en nuestra aula, si luego evaluamos de manera tradicional y poco inclusiva?
Un ejemplo claro sería haber hecho un súper proyecto de matemáticas, donde los niños han aprendido el tema de geometría fenomenal, además han investigado, lo han enlazado con otras asignaturas, cada uno ha aportado desde su propias capacidades…, pero para terminar, ponemos un examen escrito. El proyecto y su seguimiento sería suficiente para poder evaluar las competencias de nuestro alumnado y los contenidos que han aprendido.
Nos seguimos centrando en el examen porque creemos que es la única forma de demostrar lo que han aprendido, pero nada más lejos de la realidad.
Hay muchísimas formas de evaluar más allá del control escrito. Cuanto más diversificada sea nuestra evaluación, más inclusiva será.
Pero ¿qué otras formas de evaluar podemos llevar a cabo?
Portafolio del alumno/a. Nos permite hacer un seguimiento del proceso de aprendizaje. Está vivo, ya que es de ida y vuelta y el alumno pude ir corrigiendo y modificando dentro de unas fechas señaladas. Ayuda a la autoevaluación y a la planificación.
Rúbricas. Cada vez se usan más y es una gran herramienta ya que evalúa más allá del contenido, determinando los distintos niveles de “calidad” de un proyecto, aprendizaje. El alumnado debe conocer la rúbrica con la cual va a ser evaluado, así tendrá un feedback de su aprendizaje.
Dianas de autoevaluación: Son perfectas para que el alumnado sea consciente de sus propios progresos.
Exámenes cooperativos: Dentro de las técnicas cooperativas, es una forma muy interesante de evaluar, ya que el grupo tendrá que resolver la prueba como equipo.
Si estas técnicas nos da vértigo, pensemos que si vamos a hacer una prueba escrita, no tiene que ser la misma para toda la clase. En un aula pude haber diferentes modelos de examen escrito, atendiendo a la diversidad de nuestra aula, y esto no es para que todos “aprueben” como a veces escuchamos los maestros de PT, sino para que todos y todas tengan acceso a una evaluación justa y acorde a sus necesidades.
¿Qué es el día 3 de diciembre? ¿A qué nos referimos con Diversidad Funcional? ¿Cómo abordar este tema en las aulas?
Hace 28 años (1992), la Asamblea General de las Naciones Unidas propuso la fecha 3 de diciembre como el Día Internacional de las personas con Discapacidad o Di(*)Capacidad, como últimamente se viene llamando al movimiento para visibilizar las diferentes capacidades de las personas, independientemente de su condición de vida.
Uno de los objetivos que ha perseguido este día a lo largo de los años, ha sido el de hacer visibles y tangibles las fortalezas de las personas con Diversidad Funcional, así como promover su bienestar y calidad de vida garantizando el cumplimiento de los derechos fundamentales.
Como cada año, el día 3 de diciembre va acompañado de un lema que pone en contexto la campaña y las metas a alcanzar. Teniendo en cuenta la situación que a lo largo del 2020 hemos vivido y las consecuencias que ello ha tenido en las personas con Diversidad Funcional y su entorno, el tema de este año es “Construir mejor: hacia un mundo post Covid-19 inclusivo, accesible y sostenible por, para y con las personas con discapacidad”.
32 cortos para trabajar el respeto, la normalización y la inclusión de la Diversidad Funcional en las aulas.
En esa creación de una sociedad, escuela y aulas inclusivas, accesibles y sostenibles, hoy os queremos compartir una recopilación de 32 cortos con los que poder trabajar el respeto, la visibilidad y la normalización de las diferencias.
¿Queréis un adelanto de lo que encontraréis en nuestro tablero Symbaloo?
Cortos sobre la autoaceptación de las diversas capacidades, como El Regalo o La oveja esquilada.
Cortos de superación, como Las jirafas no saben bailar.
Cortos sobre diversidad auditiva, como Tamara.
Cortos sobre diversidad visual, como Los colores de las flores o Conociendo el mundo con otro sentido.
Cortos sobre Trastornos del Espectro del Autismo, como Academia de especialistas.
Cortos sobre Parálisis Cerebral, como Cuerdas.
Cortos sobre la concienciación del alumnado respecto a la Diversidad Funcional, como Ian o El erizo.
Y este listado es tan sólo una pequeña selección de lo que os hemos preparado. Haz clic en la imagen y accede a nuestro tablero Symbaloo para poder disfrutar de todo el recopilatorio de cortos inclusivos.
La concienciación al alumnado y la visibilidad de las diferentes capacidades son un pilar fundamental en el camino de la inclusión.
POR QUÉ EMPEZAR UNA CLASE DE MÚSICA CON RELAJACIÓN
PROFE: “¿Alguno de vosotros tiene tablet, móvil u ordenador?
ALUMNOS: “Yo sí”, “Yo también”, “Siiiiii”…
PROFE: “¿Y qué pasa si dejamos estos dispositivos encendidos siempre?, ¿o los apagamos de manera incorrecta?
ALUMNOS: “Que se quedan sin batería”, “Que se ponen muy calientes”, “Que se cansan mucho”…
PROFE: “¡Exacto!, si desconectamos sin esperar a que finalice el proceso de apagado, podemos perder datos, dañar archivos…o si siempre lo dejamos encendido, no se puede reiniciar. Pues eso mismo le ocurre a nuestro cerebro. De vez en cuando necesitamos apagarlo, reiniciarlo, para que funcione a pleno rendimiento y podamos empezar la clase con energía, alegría e ilusión”.
De esta manera se puede explicar a nuestros alumnos por qué es necesario reiniciar, calmar, desestresar y, ¿por qué no?, limpiar nuestro cerebro antes de empezar nuestra clase de Música.
Es verdad que a priori esta práctica puede suscitar alguna que otra reticencia:
“Ya la clase de Música se me queda demasiado corta, solo una hora a la semana, y encima ahora tengo que dedicar más tiempo a la relajación”.
“Eso no me va a funcionar con los alumnos de cursos superiores, se van a reír, no se lo van a tomar en serio”.
“Algunos alumnos no van a querer ni siquiera cerrar los ojos por el sentido al ridículo”.
Nada más lejos de la realidad. No solo respetan ese momento al inicio de cada clase, sino que a medida que lo van incorporando a su día a día, lo convierten en un hábito, lo interiorizan, llegando incluso a demandarlo. En algunas clases, son los propios alumnos los que me esperan ya en posición de relajación. Esto permite un mayor aprovechamiento del tiempo e incrementa la calidad del mismo.
He podido comprobar que gracias a esos minutos iníciales de relajación, el rendimiento de la clase mejora sustancialmente. En muchas ocasiones nos encontramos con alumnos cansados y mentes saturadas que producen un rendimiento académico mínimo y una creatividad prácticamente nula. ¿Qué hacemos en una clase de Música sin el ingrediente estrella, la creatividad?
Para que esos primeros minutos de clase sean especiales, es necesario variar la relajación. Es cierto que yo sigo unas rutinas, recordándoles que pueden beber agua (de forma calmada y sin prisa), introduciendo la música que nos va a acompañar en el viaje: música clásica, sonidos de la naturaleza, música relajante para meditar, música lounge, chill out, etc. Y así, poco a poco, vamos adoptando la posición para poder relajarnos, posando la cabeza sobre las manos y cerrando los ojos.
Ahora llega el momento de la respiración, la diafragmática, nuestra gran aliada. Es importante que experimenten el poder de la respiración a la hora de calmar y bajar la intensidad de nuestras emociones. No dudes en probar la respiración cuadrada, explicándoles que proviene del cuerpo de marines norteamericanos y que la usaban en momentos de gran estrés en la batalla para mantener la calma. ¡Les encanta! También triunfa la que alterna las fosas nasales, fundamental para conservar la concentración.
Y sin casi darnos cuenta, dejamos volar nuestra imaginación, acompañándoles en un viaje que nos lleva al mar o a un paisaje sin igual. Otro día la protagonista es la relajación muscular progresiva de Jacobson o una simple mariposa mágica que va posándose y relajando cada parte del cuerpo.
Por último, volvemos a ser conscientes del aquí y el ahora, estirándonos como gatitos e intentando tocar el techo con nuestras manos.
Son solo unos minutos, pero favorece enormemente el clima del aula, desarrolla las competencias emocionales de los alumnos, mejora el rendimiento académico y además aprenderán a regalarse momentos, a quererse y a respetarse a ellos mismos y, por ende, a los demás.
¿Te unes a los que ya pulsamos F5 cada día al empezar la clase de Música?
Quién no ha escuchado alguna vez esta canción. Yo, personalmente, no tengo duda de esta afirmación. A lo largo de mi vida he ido comprobando que así es. Quizás , por esta razón, la música ha sido y es parte de mi vida desde, incluso, antes de mi nacimiento y, también, quizás a ello me dedico de forma profesional a enseñar y compartir este maravilloso regalo y legado.
La música es” multiusos”; sirve para cualquier tiempo, lugar, momento, contexto, situación… Es un gran alimento y herramienta tanto para el alma, el espíritu, la mente , el cuerpo y el corazón. A través de mi experiencia, gracias a la música y, a través de ella, he recibido una herencia; la historia de mi famiñlia, de mi cultura, de mis costumbres … y me ha ayudado a anclarme en la Tierra, en mi mundo y echar raíces fuertes para crecer conociendo mis orígenes.
Agradezco sinceramente a mi padre toda la música que desde pequeña he escuchado, toda esa cultura, ese código, esa historia y esa sensibilidad acrecentada por todo ello. Estoy, igualmente agradecida a mi abuela y a todos sus “cantares” , como ella los llamaba, que me conectaban con una tierra, unos lugares, unas vivencias que pertencían a unas personas que no conocí en vida pero a los que me sentía unida.
Tanto es mi agradecimiento que participé como miembro en un grupo de maestros cuya misión y labor era desempolvar canciones de tiempos pasados y este legado , este gran cúmulo de historias valiosas y antiquísimas, a su vez, las transmitíamos a nuestros alumnos.
La música es mágica, en verdad,. Transciende al tiempo y pasa de unos seres humanos a otros, acrecentando la memoria, las raíces y vínculos entre ellos. Esto contribuye a un mayor conocimiento de quién eres, de dónde procedes y te da identidad y fuerza para desarrollarte más ampliamente como ser humano.
Nutre y alimenta todos los aspectos de nuestro Ser: a la mente porque la llena de contenidos e informaciones valiosas para aplicar a diversos aprendizajes, conecta todos los hemisferios cerebrales y crea innumerables conexiones neuronales, activa el movimiento y los recuerdos.
No es la primera vez que oímos la historia de personas que han despertado de un coma al escuchar una canción o enfermos de Alzheimer que han recordado y reconocido los rostros de sus seres queridos gracias a canciones y personas sin movilidad o víctimas de accidentes o enfermedades degenerativas que han sido capaces de hacer sonar una pandereta o mover, al menos, un pie o un dedo al ritmo de la música.
Ayuda, como gran antídoto, a nuestro corazón a sentirse contento e inspirado y hacer desparecer las sombras de la angustia y depresión. Por ello, nos da fuerza y estimula en momentos difíciles. Ayuda a cambiar y transmutar nuestras emociones; a reconocerlas y modificarlas.
Con los niños se convierte en una herramienta maravillosa para que se escuchen y puedan conocer y reconocer sus emociones . También para que sean capaces, de forma más sencilla y divertida, a interiorizar hábitos, rutinas , sentimiento de grupo, a relacionarse y expresar se mejor.
Es una pócima mágica para romper el hechizo del miedo , la desidia y la falta de comunicación que nos atenaza y bloquea en varias ocasiones.
Crea conexiones de corazón a corazón; vínculos afectivos fuertes e indelebles en el tiempo.
A nivel físico nos mantiene más joviales y saludables. Quién no se ha sentido mejor después de bailare y, si ya bailas con otras personas, tanto mejor.
A nivel espiritual nos ilumina, nos hace viajar a nuestro interior y conocernos mejor, mostrar fuera lo que no sabíamos que llevabamos dentro. De hecho, la música nos ayuda a viajar, a conectarnos con otras realidades, incrrementar la vibración energética y , por ello, es una gran aliada en la meditación.
Para finalizar y, por todo ello, vuelvo a repetir: “Bravo por la Música”.
¿Es la música accesible a cualquier persona? ¿Favorece la música un clima más inclusivo? ¿Clases de música y musicoterapia es lo mismo? ¿Son necesarios una serie de requisitos para poder aprender y disfrutar de la música? Con la colaboración de Elena Fernández Menéndez descubriremos estas respuestas y mucho más…
Hace unos años, mientras estudiaba el grado de Psicología, comencé a cruzar opiniones en foros y prácticas de diferentes asignaturas con una compañera que marcaría un antes y un después en mi paso por la universidad online.
Pronto supe que ella era de esas personas que llegaban para quedarse. Compartimos aficiones, formas de ver la vida, y de una forma u otra, el autismo nos unió de una forma arrolladora. Elena es sin duda de lo mejor que me ha ocurrido durante mi segunda vida universitaria.
Y entiendo que después de esta presentación os estéis preguntando quién es Elena. ¡Prestad atención! Es un tesoro que cualquier persona que se dedique a la educación debería tener cerquita.
Elena, además de ser graduada en Psicología como os habéis podido imaginar, es también profesora de música y musicoterapeuta. Desde hace años trabaja con bebés y también con personas con diversidad funcional, fundamentalmente con niños y jóvenes con TEA y también con TDA/H, trastornos de conducta, síndromes, dificultades del aprendizaje, etc., en la Comunidad de Madrid.
Elena Fdez. Menéndez en la I Jornada sobre Autismo en Lleida.
Todo este trabajo la llevó a crear MúsicaTEA, tres cuadernos de actividades musicales cuyo objetivo es el de facilitar el aprendizaje de los conceptos básicos del lenguaje musical al mismo tiempo que se estimulan sus capacidades cognitivas, emocionales y conductuales. ¿No os parece una maravilla?
Con motivo del día de Santa Cecilia el próximo 22 de noviembre, patrona de la Música, he creído que Elena era la persona perfecta para ayudarme a crear este post para la Semana de la Música de Míranos y Únete.
¡No te pierdas esta entrevista tan interesante!
¿Qué diferencias hay entre las clases de música y la musicoterapia?
Las clases de música están enfocadas a aprender música. Su objetivo es que el alumno aprenda lenguaje musical, armonía, a tocar un instrumento y otras materias relacionadas. Deben ser impartidas por profesores de música titulados en un Conservatorio cuando se trata de estudios profesionales o superiores, o por un maestro especializado en la materia en el caso de la música como asignatura en los colegios.
En cambio, en la Musicoterapia la música es una herramienta para lograr objetivos terapéuticos y debe ser aplicada por un Musicoterapeuta cualificado. En España son estudios a nivel de Máster, aunque en otros países son estudios de Grado.
Tras tu experiencia profesional, ¿Cuáles son los principales beneficios de aprender y practicar música en personas con diversidad funcional?
Si hablamos de aprender y practicar música, nos estamos refiriendo a recibir clases de música con el objetivo de aprender lenguaje musical y a tocar un instrumento, entre otros aspectos. En este sentido, las personas con diversidad funcional se pueden beneficiar no solo del aprendizaje en sentido estricto, sino de todo lo que se deriva del mismo, ya que está comprobado que aprender música desde pequeño favorece el desarrollo cerebral. Sin embargo, hay que recordar que los objetivos de las clases de música se ciñen a aprender solfeo, a tocar determinado instrumento…
Algo diferente ocurre cuando se aprende y practica música dentro del marco musicoterapéutico, ya que en este caso, el hecho de enseñar lenguaje musical o a tocar el piano, el xilófono o cualquier otro instrumento no tiene como fin alcanzar la excelencia en la ejecución ni persigue la obtención de un título profesional o superior de música ni la superación de una asignatura de un plan de estudios, sino alcanzar unos objetivos terapéuticos previamente establecidos en un programa personalizado de intervención tras realizar la pertinente evaluación.
¿Son necesarios una serie de requisitos para aprender música, o por el contrario, cualquier persona puede aprender?
Como ocurre en todos los ámbitos, no todas las personas poseemos las mismas habilidades. Por ejemplo, ciñéndonos a la música, entre la población neurotípica hay personas que tienen buen oído desde que nacen y otras no, y lo mismo ocurre en otros aspectos como puede ser el ritmo. Con las personas con diversidad funcional pasa lo mismo. Por eso es muy importante realizar una evaluación previa para determinar los puntos fuertes y débiles, el potencial y lo que se puede mejorar para aprovechar al máximo las clases de música.
Contestando estrictamente a tus preguntas, podría decirse que todos podemos aprender música sin que sea necesario cumplir previamente determinados requisitos, pero es fundamental tener en cuenta las características de cada persona, adaptando el modo de enseñanza a las particularidades de cada alumno y siendo conscientes de las dificultades que pueden aparecer, por lo cual es muy importante que las metas marcadas sean realistas para no provocar falsas expectativas en la familia ni frustraciones en el alumno. Como suelo decir, explotar el potencial, el que sea y hasta donde sea siendo conscientes de las fortalezas y de las debilidades.
¿Qué es y cómo nace MúsicaTEA?
La idea de la colección MúsicaTEA nació a partir de una experiencia personal. Soy madre de un niño con TEA a quien en su día se le excluyó de la asignatura de música en un colegio alegando que “es que van a aprender las notas”; quien me lo dijo ni siquiera había comprobado previamente que ya se las sabía. En nuestro caso, mi hijo se las sabía porque su madre es profesora de música, pero en otros casos un niño como el mío no habría tenido la oportunidad de aprenderlas al ser excluido a priori de esa materia por el hecho de tener diversidad funcional. Así nació el proyecto que este año se hizo realidad gracias a la editorial Psylicom (clic para acceder a la web del material). Se trata de una colección de tres cuadernos que combinan la enseñanza paulatina de los conceptos musicales básicos con la estimulación cognitiva.
Colección MúsicaTEA. Psylicom Ediciones
Cuéntanos los aspectos más interesantes de los cuadernillos MúsicaTEA.
Los cuadernos constan de una serie de fichas con ejercicios musicales para ir aprendiendo lenguaje musical al mismo tiempo que se estimulan aspectos tan importantes como la atención, la memoria y las funciones ejecutivas. Se pueden utilizar para trabajar el control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva, la imitación, el respeto de turnos, etc., ya que cada ficha se puede emplear varias veces, de diferentes formas e incluso permite introducir variaciones en función de los objetivos que se traten de alcanzar. Por poner un ejemplo, una misma actividad puede realizarse con el fin de reforzar la memoria de trabajo y/o para hacer un juego de turnos. Además, están diseñados para poder usarlos tanto en el ámbito terapéutico como en el educativo y también en familia, ya sea de forma individual, en parejas o en pequeños grupos.
¿Qué pueden aportar la música y la musicoterapia en esta situación de COVID-19 a las personas con diversidad funcional?
Esta situación, como todos sabemos, nos ha afectado a todos en mayor o menor medida. En cuanto a las personas con diversidad funcional, muchas han tenido que ver cómo de repente sus colegios y sus centros de terapia se cerraban y además tenían que quedarse en casa sin salir más que lo estrictamente necesario y permitido; otras dejaron de recibir visitas en los centros donde residen. Después, una vez terminado el confinamiento, la vuelta a la rutina ha venido acompañada de medidas como el uso de mascarillas, geles y todos los protocolos que se están siguiendo por la pandemia. Aun así, tengo que decir que las personas con diversidad funcional que conozco han aceptado la situación y se han adaptado a las circunstancias de forma ejemplar.
Durante los momentos más duros del confinamiento se me ocurrió enviar a los niños con los que trabajo una pequeña actividad musical diaria a través de un vídeo por WhatsApp. La acogida fue tan buena que sin duda mereció la pena. La música en situaciones tan complicadas no solo nos acompaña, sino que nos ayuda a afrontar las dificultades que la vida nos depara. Recordemos, por ejemplo, que una versión de la canción “Resistiré” del Dúo Dinámico se convirtió de una u otra forma en el himno que nos animó a seguir adelante en los peores momentos.
En cuanto a la Musicoterapia, la situación hizo que todos nos tuviéramos que adaptar en cuanto a la forma de enfocar las sesiones. No hay duda de que la presencialidad es esencial en este ámbito, pero en los momentos en los que no fue posible por razones obvias, no quedó otro remedio que utilizar plataformas virtuales. Aunque esto no es siempre viable, sí es cierto que en los casos en que las sesiones se llevaron a cabo de este modo los resultados sorprendieron para bien, lo cual no es óbice para que personalmente siga considerando que lo ideal es la presencialidad.
Material para una sesión de Elena Fdez. Menéndez.
¿Qué deseo musical te gustaría pedir por Santa Cecilia?
Un deseo sería llegar al mayor número de personas posible con el mensaje de que la música es accesible a todos. No necesariamente de la misma forma, pero todos podemos disfrutarla, aprender dentro de nuestras posibilidades y desarrollar nuestras capacidades a través de ella sea cual sea nuestra condición y nuestra edad. No conozco a una sola persona que no se haya beneficiado del poder de la música en uno u otro aspecto. Y eso, creo, es algo que docentes, terapeutas y familias debemos valorar y tener en cuenta siempre.
Gracias a Elene por el tiempo que nos ha dedicado en esta entrevista, pero sobre todo gracias por crear materiales como MúsicaTEA.
Materiales accesibles e inclusivos que garantizan el acceso y aprendizaje a la música para cualquier persona, respetando los principios del Diseño Universal del Aprendizaje.
¡Feliz Santa Cecilia! y ¡Feliz semana de la Música MyU!
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