Algo está ocurriendo en la Educación. En ningún tiempo se ha puesto tanto el foco, no solo por parte de la Comunidad Educativa sino de toda la Sociedad. De ahí que Alicia Torres Lirola vaya a hablar de Educación de Barrio.
Llevamos muchos años, desde que somos un país democrático, estrenando leyes de Educación. Unas se suceden a otras al ritmo que los partidos en el gobierno se alternan. Es un clamor universal que necesitamos un Pacto por la Educación que permita consolidar y estudiar los resultados en varias generaciones, que nos lleve a corregir y mejorar la práctica educativa.
Llevamos muchos años, desde que somos un país democrático, estrenando leyes de Educación. Unas se suceden a otras al ritmo que los partidos en el gobierno se alternan. Es un clamor universal que necesitamos un Pacto por la Educación que permita consolidar y estudiar los resultados en varias generaciones, que nos lleve a corregir y mejorar la práctica educativa.
También hay una necesidad de introducir a los docentes, a través de su propia formación, a modos nuevos. Es fundamental que el docente se eduque o reeduque para educar.
Las empresas cada vez solicitan más personas con “Soft Skills” (habilidades blandas) o en nuestro idioma de la educación, no en el del marketing, hacer una fortaleza de las habilidades emocionales.
Hay una parte de la sociedad que se ha cansado de esperar una legislación que la enmarque y ha empezado a propiciar un cambio de base, usando su libertad de cátedra o su capacidad para implementar nuevos programas y metodologías más activas, con su facultad de coordinación con sus compañeros, con su idea de manejar la pedagogía de un modo que atienda a las necesidades reales del siglo XXI.
No podemos seguir estacionados en una educación prusiana propia del periodo de la industrialización. Cuando vamos ya camino de la cuarta revolución tecnológica, transitamos en la era de la digitalización prohibiendo el pequeño ordenador que es el mal llamado teléfono móvil, el cual es una ventana a todo el conocimiento; haríamos muy bien en ayudar a manejarlo de una manera útil y adecuada a las nuevas generaciones, en lugar de demonizarlo y enviarlo al campo de lo oculto, ya sabemos que no hay algo más incitador para un niño y, sobre todo para un joven, que lo prohibido.
Este momento de nuestra vida empieza a demandar el cambio a una sociedad Slow. Las previsiones de la OMS respecto al índice de enfermedad mental y emocional son aterradoras. En 2020, sabemos que alrededor del 18% de la población sufre está enfermedad. El estrés afecta al 51% de los trabajadores, según un informe de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (OSHA) y es la primera causa de bajas laborales.
Tenemos que empezar a apostar por una educación que nos lleve a otros ritmos, que no sea habitada por la ansiedad y la soledad. Otra forma de vida es posible y debemos caminar hacia ella.
La determinación social de no seguir incidiendo en el cambio climático con el consumo de energías no renovables, junto a esa otra determinación sobre buscar la salud a través de ritmos slows (lentos), nos invita hacia lo que podríamos llamar una Educación de Barrio.
Hacemos demasiados desplazamientos y obligamos a que nuestros hijos los hagan; volver a habitar en nuestro referente social comunitario que es el Barrio es un signo de modernidad y de inteligencia.
Cuando éramos niños nuestra “ruta al cole” era con amigos con los cuales nos íbamos encontrando en mayor número según nos acercábamos al colegio. Formábamos una verdadera bandada de pequeños pájaros, caminando hacia el nido. Multitud de ojos nos cuidaban a distancia, nuestros tenderos de proximidad, los vecinos, los barrenderos y los no tan numerosos coches cuidaban de nosotros como decía el código de circulación: “como velaría un padre de familia por sus hijos”.
Esa es la Educación que desde MYU (Míranos y Únete), Asociación por el Cambio Educativo, reclamamos: “UNA EDUCACIÓN DE BARRIO” con mayúsculas en la que quepa:
- La tecnología, pero para comunicar, para aprender, para enseñar, para disfrutar, no para censurar ni marginar.
- Una educación lenta en la que no obliguemos a ir a los niños por encima de sus posibilidades de maduración y en la que podamos parar a mirar y a mirarnos practicando disciplinas como la meditación para calmar ansiedades y excesos de ritmos, para desarrollar una mirada más compasiva, empática y solidaria sobre nosotros y los demás.
- Una educación que respete y enseñe a convivir a través de La Educación Emocional, pero que también nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos con nuestros cambios e inconsistencias.
- Una educación que nos deje mirar lo cotidiano, lo que nos rodea, con los ojos de la ilusión y la creatividad.
- Una escuela que respete el derecho al juego en todas sus edades, tan propio de todos los mamíferos como manera de aprender las destrezas de adulto y recogida en la Carta de los Derechos del niño.
- Una educación que fomente la autonomía, la capacidad de decidir y no nos haga siempre estar temerosos con la equivocación; la pedagogía del error es la pedagogía de la tolerancia, es la pedagogía del crecimiento, es la pedagogía del esfuerzo, es la pedagogía de la investigación, es la pedagogía, sobre todo, de la Resiliencia.
- Una escuela que nos permita disfrutar de nuestros amigos y vecinos y una de palabra alemana que me encanta “conmilitón” compañero de promoción, la pandilla del barrio que resultan ser compañeros de estudios, compañeros de juego y, desde luego, una gran ayuda a la socialización sin tener encima constantemente un adulto reglando los juegos.
- Una escuela Científica que incluya todo lo que las neurociencias nos han mostrado sobre la manera de aprender que tiene el cerebro y que incluye las 3 dimensiones: cognitiva, emocional y física, lo que siempre se ha nombrado como una Educación Integral.
Desde esta solicitud de hacer una Educación de Barrio, hemos colaborado con el Congreso RED, dentro de IFEMA, siendo la dirección técnica de cerca de 120 ponentes durante los días 5, 6 y 7 de marzo. Para mí es un orgullo estar involucrada en el cambio educativo con este precioso colectivo que es MYU.
Alicia Torres Lirola
Pedagoga por la UCM, con Posgrado en Neuropsicología del Aprendizaje y las Emociones.
Codirectora de Esencial Escuela de Educación Emocional
Creadora de Caballos que Educan.
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