¿Es lo mismo CANTIDAD que CALIDAD?
Son palabras que, si no las pronunciamos bien, nos pueden llevar a confusión. Creo que hay que detenerse ante ellas para comprender sus luces y sus sombras, para entender que entre ellas hay muchos matices importantes a tener en cuenta. La gestión del tiempo: ¿cantidad o calidad?
*Una historia real.
Cuando era niña pensaba:
- ¡Qué suerte tiene Eva que su casa es muy grande!
- ¡Qué “morrudo” es David que todo lo que pide se lo dan!
- ¡Cómo me gustaría ser como Nuria que cada fin de semana estrena ropa!

En ese momento, solo me fijaba en la cantidad de cosas que tenían los demás y yo no tenía.
Me sentía desgraciada, poco afortunada… sin embargo a medida que he ido creciendo me he dado cuenta que lo realmente importante no es la cantidad de objetos que tengas, o la cantidad de tiempo que estás en casa con los tuyos, o el número de veces que te llaman para salir… sino lo realmente importante, lo que de verdad te llega al corazón, es la calidad de esos pequeños gestos y momentos que vives a diario.

*Cambio de gafas:
Ahora mismo me siento afortunada, porque gracias a esas vivencias que tuve en la niñez y en la adolescencia, como adulta soy capaz de ver las cosas desde otra perspectiva.
No importa si tienes una “súper casa” y/o “un súper coche”. No importa si tienes una segunda vivienda en la playa o en la montaña sino, lo que realmente importa es si estás PRESENTE en lo que haces, si DISFRUTAS con lo que tienes y si eres CONSCIENTE de lo grandioso que es valorar aquello que pasa desapercibido por la mirada de la gran mayoría.
Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en una familia cualquiera… hay millones de momentos “insignificantes” que se hacen grandiosos tan solo por detenerse ante ellos.
Desde la sonrisa que te regala tu hijo al despertarse, hasta esa palabra que necesitabas oír para darte un empujón y así seguir adelante o ese plato de comida que tienes la suerte de tener sobre la mesa…
Hay tanto y tantas cosas que nos pueden llevar a encontrar ese trocito de felicidad que buscamos fuera y sin saberlo lo llevamos dentro. Dentro porque somos nosotros los que tenemos que “reaprender” a ver todo con “otra mirada”, a “reaprender” a pararnos a escuchar el canto de los pájaros o a ser conscientes de ese saludo que cada mañana me brinda un compañero.
*Aprendamos de nuevo:
Es necesario apartar todo aquello que no nos deja mirar al detalle lo que realmente luce por sí solo. Cenar en familia, contándonos lo mejor de la jornada o entender por qué estoy triste y no tengo ganas de jugar. Simplemente, buscar momentos de los que extraer el mayor jugo posible, momentos de calidad, en los que todos ganamos y en los que todos nos sentimos especiales.
*¡El gran descubrimiento!:
Un día, en una clase de 4º de primaria (soy maestra vocacional), propuse a mis alumnos lo siguiente:
- “Hoy vamos a nombrar cosas que se nos dan bien hacer”.
Resulta increíble presenciar cómo de 28 chicos solo dos de ellos tenían muy claro aquello que sabían hacer mejor que nadie. El resto, se miraban los unos a los otros y no lograban pensar en qué cosas destacaban.

Cuando les expliqué que TODOS, absolutamente TODOS sobresalimos en algo, se quedaron asombrados, porque les parecía imposible que fuera cierto eso que estaba diciendo.
Empecé a escribir en la pizarra posibles cosas en las que podrían destacar, como: poner la mesa, sonreír a diario más de 100 veces, hacer las mejores cosquillas del mundo, saltar a la cuerda, bajar y subir escaleras sin tropezarse, dar los mejores y más sentidos besos, sentarse correctamente, comer todo lo que le ponen en el plato, ver una película estando súper atento, en…
Así hasta que cada uno descubrió que no solo destacaba en algo que para el resto de “los mortales” era cotidiano y a ellos les hacía “especiales” sino que eran capaces de sobresalir en más de dos o tres cosas. ¡Qué gran descubrimiento!

¡Qué suerte! El poder darnos cuenta que todo lo que hacemos se convierte en algo fantástico si le ponemos una “pizquita” calidad.
*El contrapunto:
Sin embargo… ¡qué pena! que a medida que crecemos nos vamos olvidando de ello, no tenemos tiempo de pararnos a disfrutar de estos grandes momentos, no podemos si quiera pararnos a pensar en lo que somos buenos ni en lo que queremos, y así terminamos perdiendo la pasión en lo que hacemos tanto personal como profesionalmente, funcionando como robots hacia un Santo Grial que vuelve a ser ese gran coche, esa gran casa.
*¡Aún hay tiempo!:
Aún hay tiempo para que podamos reaprender, para volver a recuperar…
- Esa escucha activa, que tanto se necesita en las familias, con los amigos…
- Ese empatizar con el otro entendiendo lo que dice y como lo dice, sin juzgarlo.
- Esa tolerancia de la que todos alardeamos, pero pocos, muy pocos la ejercen de verdad.
Ya es hora de parar y pensar si aquello que hacemos, vemos y sentimos es de cantidad o calidad; ya es hora de que no dejemos que la vida sea aquello que pasa mientras hacemos otra cosa.
*Recomendación:
Así que, si me dejas decirte algo, solo te pediré que, antes de empezar a correr, a ponerte en “automático” …, visualiza esta señal de STOP que nos recuerda que Siempre Tienes Obligación de Parar, simplemente para que no te atropellen, ni atropelles a nadie a tu paso.

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