VIVAN LAS OPOSICIONES
Oposiciones hay millones. A correos, policía, administración pública, médico, juez, profesor, etc. Pero… ¿Quién nos enseña a prepararnos a una de las oposiciones más duras? ¡A la oposición de ser padres! Vivan las oposiciones.
Pues la respuesta está bien clara, nadie.
Tú la eliges (en la mayoría de los casos, porque es evidente que no siempre es así) y cuando ya tienes la plaza definitiva, empiezas a ser consciente que es para toda la vida. Emprendemos el camino con ilusión, miedos, dudas, estereotipos, etc., y poco a poco vamos consiguiendo alcanzar esos objetivos que nos fuimos planteando en un principio, a veces con muchísimo esfuerzo y otras con algo menos.
Conseguimos que nos “respeten”, que “interioricen” nuestros valores, que se comporten “educadamente” ante los demás, que hagan de la verdad su compañera, que se socialicen con “cualquiera” que se ponga a su lado (quieran o no quieran).
Y cuando creemos que hemos superado esa oposición “de ser padres”, a la que tantas horas hemos dedicado, que tanto aprendizaje intrapersonal nos ha llevado, a la que tanta dedicación le hemos puesto, llega la hora de la verdad, la PREADOLESCENCIA y la ADOLESCENCIA.
¿Y AHORA QUÉ?
“Nos damos de frente” con alguien parecido a tu hijo, aunque solo parecido. ¿Dónde ha quedado todo aquello de lo que nos sentíamos más que orgullosos? ¿Dónde está ese respetar, esa empatía, ese esfuerzo, ese compartir tiempo juntos? Pues bien, mucho me temo que durante esta etapa se ha esfumado. Aunque dicen los expertos que no es para siempre, sino algo momentáneo.
Espero y deseo con todo mi corazón que sea cierto eso que dicen. Que aquello que ahora mismo añoramos, vuelva y encima enriquecido. ¡Toma ya! ¿Qué más podemos pedir?
Ahora sí que empieza la verdadera oposición, la que nos va a quitar muchas horas de sueño, la que nos va a suponer una mayor atención de todo aquello que leemos, vemos, intuimos, sentimos y sobre todo una mayor comprensión de quien tenemos a nuestro lado. “Vivan las oposiciones“.

No nos conviene (a ninguna de las partes), verlos frente a nosotros, porque no son nuestros enemigos. Solo son esos niños (nuestros hijos), que de repente se están enfrentando a sentimientos, valores e ideas, que no reconocen y que seguramente tengan el mismo miedo que nosotros o incluso más. Ellos son los verdaderos opositores y los que necesitan opositar, porque es “ley de vida”, pero entendiendo la palabra opositar como oposición a todo aquello que venga de nuestra boca y todo aquello que han visto en nosotros. Lo necesitan para poder seguir creciendo y construyendo su identidad. Necesitan hacer todo lo opuesto que hasta el momento estaban haciendo y veían en sus progenitores, aunque nos duela.
NECESITAN SENTIRSE VIVOS
A nosotros, como padres, nos resulta incomprensible y desgarrador que hayan “olvidado” todo aquello que hace años (o quizá unos meses), les quisimos transmitir y/o enseñar. Pues bien, ahora están en un momento en el que necesitan saltarse las normas porque buscan sus límites, transgredir la verdad poniendo de manifiesto su creatividad, buscar su soledad trabajando su autoconocimiento y rebelarse ante todo aquello que les venga impuesto pues quieren sentirse vivos. Ya lo decíamos antes: vivan las oposiciones.
Es importante que comprendamos (y yo la primera), que ahora comienza una etapa, en la que nadie como ellos, son los que están más perdidos. Les cuesta entenderse, necesitan encontrar algo o alguien con que o quien identificarse, les resulta difícil controlarse… y encima siguen creciendo al lado de ese referente, que lejos de comprenderles…les amonestan, castigan, ridiculizan…
Pues bien, es esencial que seamos consciente de que están pidiendo nuestra ayuda a gritos y necesitan sentirse acompañados. Estar a su lado para ayudarles a que se entiendan, se respeten, puedan sacar lo mejor de ellos mismos y que asumamos de una vez que van a seguir adelante, oponiéndose a todo aquello que en un tiempo atrás les inculcábamos, porque es la única forma de buscar su propio yo.
Tenemos que ir de la mano, (estamos “obligados” a ello), si no nos queremos encontrar en breve con adultos que ya no se rebelan contra los padres, sino contra los jefes, compañeros, vecinos, maridos, o mujeres. Se tropezarán con personas infelices en millones y millones de puestos de trabajo o incluso en los vagones del tren en donde seguirán “la contra” tan solo por conseguir ganar la batalla de aquello que comenzó en la preadolescencia y a nadie le importó.
Supongo que no queremos descubrir en nuestro gremio o vecindario u oficina, a compañeros, directores o amigos que paguen sus frustraciones con las personas que están a su lado.
Pues está en tú mano y en la mía el tener gente a nuestro alrededor leal, que ayude desinteresadamente y si de verdad lo sienten. Queremos parejas que nos traten como a ellos les gustaría que les tratasen.
¡Pues cumplamos nuestra parte!
Nuestra parte es la de dejar crecer a nuestros hijos entendiéndoles, escuchándoles y sobre todo amándoles desinteresada e incondicionalmente, comprendiendo que de este modo les estaremos ayudando a conseguir que hayan opositado para algo que realmente ha merecido la pena. En fin, “vivan las oposiciones”.
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